Los proyectos de producción de hidrógeno verde son suficientemente flexibles para adaptarse a todos los retos de la transición energética. Desde aprovechar los excedentes de una planta eólica o fotovoltaica para evitar vertidos, hasta producir hidrógeno de manera continua para la industria y el transporte o para el almacenamiento estacional de energía. Eso sí, se necesitan ayudas y una regulación clara para que se realicen las inversiones necesarias para alcanzar los objetivos a 2030 y 2050