El conflicto familiar constituye uno de los principales riesgos para la continuidad de las empresas familiares. Más allá de las diferencias de opinión, se trata de un fenómeno complejo que combina emociones, expectativas personales y roles mal definidos. Cuando estas tensiones se trasladan al ámbito empresarial, sus efectos alcanzan a la rentabilidad, la gobernanza y la reputación del negocio