Por creencias heredadas, algunos adultos lloran a escondidas de sus hijos para "protegerlos" o evitar parecer débiles. La Revolución de los Llorones propone educar desde la empatía y la autenticidad, recordando que permitirse sentir es el primer paso para enseñar a los hijos a hacerlo. Según la psicóloga Conchita Sisí, directora de Salud en Mente, cuando los pequeños ven llorar a sus padres aprenden que es una manifestación sana, necesaria y profundamente humana