¿Te imaginas un frigorífico que te avisara de la fecha de caducidad de los alimentos que contiene? ¿O que todos los objetos tuvieran un chip de pocos milímetros para ser localizables y no perderlos? ¿O una bâscula que te diera instantâneamente una dieta alimenticia en función de tu peso? Son algunas de las posibles aplicaciones de lo que se conoce como el “Internet de las cosas” o “Internet de los objetos”, concepto surgido del MIT y que se refiere a una red de objetos cotidianos interconectados.