A partir de los 40, el cuerpo entra en una fase en la que sus defensas naturales empiezan a perder eficacia: la producción de glutatión desciende, aumenta el daño oxidativo acumulado y los procesos de reparación celular se vuelven más lentos. La piel, la vista, el metabolismo y el sistema cardiovascular empiezan a notar ese desgaste silencioso que no tiene que ver con "envejecer", sino con cómo se gestiona la energía, el estrés y la inflamación de bajo grado