Rahav llegó anoche al campo de Kawergosk. Antes, había pasado dos noches en una tienda de campaña junto al río Tigris, donde igual que ella, miles de sirios esperaban a que el Gobierno regional del Kurdistán, al norte de Irak, abriera su frontera con Siria. Cuando finalmente la abrieron, el 15 de agosto, en tan solo una semana, más de 42.000 sirios entraron en Irak, y a día de hoy siguen entrando.