Con la llegada del otoño, el tiempo se vuelve algo más inestable. A pesar de los días calurosos, las temperaturas comienzan a descender y las noches se vuelven más frías. Comienzan las lluvias y, a lo largo del día, es frecuente pasar del calor a la ligera brisa que puede hacer que al cuerpo le cueste aclimatarse. Durante esta época del año se incrementan los enfriamientos y catarros debido a este período de transición entre el verano y el invierno