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Las nuevas tecnologías ayudan a mejorar la calidad del servicio prestado por las asesorías fiscales modernas de una forma significativa. Activa Consultores, empresa líder de su sector, desvela las claves de este fenómeno

Es comúnmente aceptada, por parte de los pequeños empresarios la necesidad de apoyarse en asesores expertos en materias fiscales, contables y laborales para recibir su ayuda con la gestión de sus relaciones con los distintos organismos públicos, principalmente la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, a los que están obligados a remitir diversa información de forma periódica sobre distintos aspectos de su actividad, y con los que hay liquidar diferentes impuestos o contribuciones.

Desde Activa Consultores - Asesoría Sevilla se viene observando en los últimos tiempos una dispar evolución en el comportamiento de las distintas entidades dedicadas al asesoramiento fiscal, contable y laboral.

Tradicionalmente, la relación entre el autónomo y su asesor ha sido esencialmente presencial, abusándose del establecimiento de reuniones en persona para tratar cualquier tema de interés para el empresario, siendo indispensable la firma física de solicitudes o modelos a presentar ante los distintos organismos, y con la obligación de poner a disposición del asesor las facturas en papel para la realización de los cálculos necesarios para las diversas declaraciones de impuestos. Esta situación ha supuesto, generalmente, una gran pérdida de tiempo para el empresario, por la necesidad de realizar desplazamientos continuos a las oficinas de la asesoría o gestoría para poder cumplir con su obligaciones.

Sin embargo, esta situación ha ido cambiando en los últimos años, gracias principalmente a la aplicación de nuevas tecnologías a los sistemas de asesoramiento y a la adaptación de la mayor parte de los organismos públicos (con mayor o menor acierto) a los nuevos sistemas telemáticos de envío de información, llegándose incluso a establecer limitaciones en la posibilidad de realización de trámites presenciales a determinados colectivos de empresarios.

Esta nueva situación, por sí sola, puede suponer un sustancial ahorro de tiempo y una mayor eficiencia en la asignación de recursos por parte de los autónomos y las pequeñas empresas en lo relativo al cumplimiento de sus obligaciones fiscales, contables y laborales, y especialmente en la relación con sus asesores.

No obstante, no todas las asesorías fiscales, contables y laborales han actuado del mismo modo ni han evolucionado siguiendo las mismas directrices, sino que se pueden encontrar, por un lado, con asesorías que se han adaptado a la nueva situación realizando los cambios básicos para poder seguir cubriendo los requisitos mínimos marcados por los distintos organismos en el cumplimiento de las obligaciones de sus clientes, pero en muchos casos, siguen necesitando la presencia física de sus clientes y la remisión en papel de las facturas y documentos de los distintos periodos, con lo que no se produce una mejora efectiva en la calidad del servicio recibido.

Por otro lado, hay otras entidades que sí han aprovechado la revolución tecnológica en la que la sociedad está inmersa para aplicar multitud de nuevas herramientas informáticas en la operativa de asesoramiento y gestión de sus clientes, como puede ser la utilización exclusiva de documentos y facturas en formato digital (permite decir adiós a los documentos en papel), el uso extensivo de la firma digital para la mayor parte de trámites con las administraciones públicas, la compartición de documentos en la nube a través de distintos servicios online (Google Drive, Dropbox, etc, ...), la implantación de intranets, la publicación de artículos de interés y tutoriales en la página web, el uso de newsletters para la difusión de noticias relevantes, etc, ... Además, esta nueva metodología provoca que el servicio se focalice en el cliente en vez de en el asesor.

Todo estas herramientas, si son aprovechadas adecuadamente, pueden ayudar a mejorar la calidad del servicio prestado de una forma significativa, agrandando la brecha existente entre la asesoría o gestoría tradicional y aquellas entidades que han sabido aprovechar y adaptarse de forma óptima a los cambios continuos que se están experimentando.

Los pequeños empresarios son cada vez más conscientes de la nueva situación, por lo que están comenzando a buscar asesores que apliquen estos nuevos mecanismos de asesoramiento y gestión. Todo este proceso está generando un progresivo trasvase de clientes desde las asesorías más tradicionales hasta otras con un enfoque más dinámico y con mayor utilización de nuevas tecnologías.