Su sonrisa y energía son contagiosas. Es juguetona, le gustan los deportes, tiene talento. A Aya, de ocho años, le encanta hablar, cantar y aprender. Su hermana mayor, Essaf, le enseña a leer y escribir todos los días, en la carpa provisional en el Valle de Bekaa de Líbano , un valle lleno de gente por el flujo constante de refugiados sirios.