Una casa habla incluso cuando no se dice nada. Habla del estado de ánimo, de las aspiraciones, de los hábitos y de las contradicciones de quienes la habitan. Refleja cómo se vive, qué se prioriza, qué se oculta y qué se decide mostrar. Muestra el momento vital, la situación emocional, el contexto económico e incluso la relación con el paso del tiempo. Puede revelar más sobre la infancia que muchas palabras, y más del presente que cualquier red social