En 2014 los fraudes en las operaciones con tarjetas han supuesto más de 46 millones de euros de pérdidas, según datos que ha publicado el Banco de España.
No obstante, a pesar de las más de 740.000 operaciones fraudulentas detectadas, en términos globales la tasa de fraude es baja: solo se produce en el 0,02% de las transacciones con tarjetas.
- El 64% de las operaciones fraudulentas se produjeron en compras a distancia.
- El 32%, en pagos en establecimientos físicos.
- El 4% restante fueron fraudes en cajeros.
Según estos datos de la Memoria Anual sobre la Vigilancia de los Sistemas de Pago el mayor número de fraudes no son consecuencia del robo o pérdida de la tarjeta, sino que se producen por el copiado y duplicación de tarjetas de crédito por bandas organizadas, que luego utilizan esas tarjetas de manera fraudulenta en otros países.
Consumidores protegidos
Afortunadamente, en caso de que seamos víctimas de un uso fraudulento los consumidores estamos protegidos: la Ley de Servicios de Pago limita la responsabilidad del titular. Así:
- En los supuestos de copia o duplicado de la tarjeta, como el usuario no pierde en ningún su posesión y no tiene forma de conocer que se está produciendo el fraude, el banco le deberá devolver de inmediato el importe total de la operación no autorizada, sin que el usuario deba responsabilizarse de ninguna cantidad.
- En los casos en que el fraude se produzca como consecuencia del robo o pérdida de tarjeta, el usuario es responsable por el uso fraudulento antes de la comunicación del robo o la pérdida, pero por una cuantía limitada a un máximo de 150 euros salvo culpa o negligencia grave.
A pesar de esas garantías, más vale prevenir: por eso, desde OCU aconsejamos tomar todas las precauciones posibles para evitar que se produzca una utilización fraudulenta de nuestras tarjetas: protégelas.