Cambiar de vivienda puede ser una situación muy gratificante y repleta de nuevos entusiasmos y expectativas. No obstante, el proceso mismo de mudarse puede también ser una experiencia aterradora y desgastante. Esto se debe a que, pese a que representa la oportunidad de cambiar algo en la propia vida, también significa dar vuelta la casa, ponerla patas arriba y guardar la vida que se ha construido en cajas para volver a empezar