Los niños tienen sus propias maneras de ver, de pensar y de sentir; y, como dijo en su día Jean Jacques Rousseau, "nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las de los adultos". Mapanda comparte la misma filosofía y nace precisamente para devolverle a los niños el derecho a ser niños, de disfrutar, jugar y vestirse como niños, y no como adultos en miniatura