Desde los últimos años del siglo XIX, España se vio forzada a modificar su viñedo en casi todo el territorio debido al ataque de la filoxera. Este hecho hizo que muchas de sus variedades autóctonas se perdieran por el camino hacia variedades más seguras, y en muchos casos más productivas y menos propensas a enfermedades que mermaban la producción, pero que indiscutiblemente empobrecieron el patrimonio vinícola