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Con motivo del Día Internacional del Cáncer Infantil, el CGCFE recuerda la importancia del tratamiento de Fisioterapia en los pacientes, para controlar y mejorar las secuelas físicas derivadas de la enfermedad y su tratamiento

Según los datos de la OMS, el cáncer es una de las principales causas de mortalidad entre niños y adolescentes en todo el mundo y cada año se diagnostican más de 300.000 casos entre 0 y 19 años. Según estos mismos datos, en los países desarrollados el 80% de los niños afectados se curan, mientras que en el resto la tasa de curación es apenas del 20%.

El cáncer en los niños no tiene un origen definido, por lo que la prevención es imposible, ya que en pocos casos se trata de factores ambientales y, por tanto, es fundamental el diagnóstico precoz y correcto. Por otro lado, puesto que los índices de curación en países como España son muy altos, resulta imprescindible un tratamiento apropiado de las consecuencias físicas y secuelas derivadas tanto de la propia enfermedad, como del tratamiento, en otros tiempos desconocidas, por unos índices de mortalidad más elevados.

En el caso del cáncer infantil, las secuelas físicas pueden producirse por diversas causas y en diferentes etapas de la enfermedad. Los periodos prolongados en la cama durante los ingresos hospitalarios pueden provocar atrofia muscular. Esta disminución del músculo hace que el paciente tenga menos fuerza y un menor metabolismo aeróbico, provocando una menor capacidad física y, por tanto, dificultades en sus actividades cotidianas. Un apropiado programa de actividad física terapéutica mejora su situación y su estado motor, trabajando la resistencia y la fuerza muscular, siempre bajo la prescripción sanitaria y el diseño, programación, implantación y ejecución del programa por profesionales de la Fisioterapia, que evalúan de forma personalizada a cada paciente y su situación particular.

Otra causa de las secuelas físicas en los pacientes oncológicos infantiles es la propia localización del tumor, que provoca alteraciones motrices como parálisis, espasticidad, dificultad para desarrollar el movimiento, falta de coordinación, temblores en las extremidades, problemas de equilibrio, hipotonicidad y dificultades posturales. En algunos casos de cáncer óseo, que conlleva la amputación de un miembro inferior, este hecho supone un complejo proceso de reeducación de la marcha. Prácticamente el 50% de los niños con cáncer presentan alteraciones en la coordinación y más del 20%, alteraciones motoras.

Según los responsables del Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (CGCFE): "Es fundamental contar con profesionales de la Fisioterapia en los hospitales para los tratamientos y en los centros de atención primaria para los seguimientos. Solo con la integración de los fisioterapeutas en los equipos disciplinares se ayudará a un colectivo tan especial y vulnerable como los niños que padecen cáncer, en su proceso de recuperación y en la mejora de su calidad de vida".