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El mes de septiembre, con la vuelta al colegio y al trabajo, es el de los buenos propósitos, el de los cambios y la preocupación por la salud. Desde hace años, es también el de las revisiones visuales para la actualización de la graduación antes de retomar la actividad diaria habitual. Pero, ¿qué pasa con la salud auditiva? Otometrics recomienda una revisión auditiva para descartar pérdidas auditivas

Madrid. 10 de septiembre de 2019. En todas las comunidades autónomas se llevan a cabo programas de cribado neonatal obligatorios que tienen por objeto detectar posibles pérdidas auditivas en los recién nacidos. Sin embargo, a partir de ese momento, en España no se llevan a cabo protocolos o acciones institucionales continuas para detectar la posible aparición tardía de pérdidas auditivas.

Teniendo en cuenta la relación directa que hay entre el oído y el desarrollo del habla, y posteriormente de la lectoescritura, instaurar estas revisiones de manera institucional, antes de iniciar cada curso escolar, parece una medida adecuada. Basta con revisar algunos hitos en el desarrollo del niño, y cómo influyen en ellos el sonido. Y basta, igualmente, con saber que no siempre los padres son capaces de percibir que hay un problema auditivo.

Entre el nacimiento y los tres meses, el bebé se tranquiliza cuando escucha la voz de sus padres, hace arrullos placenteros o llora de forma diferente en función de su necesidad. Entre los cuatro y los seis meses, se da cuenta de los juguetes que hacen ruido o presta atención a la música, y mueve los ojos en dirección al sonido, y los balbuceos comienzan a sonar similares a la palabra. Entre los siete meses y un año es capaz de reconocer palabras para objetos comunes, y pronuncia las primeras palabras. Entre uno y dos años, sigue instrucciones simples, y gana vocabulario mensualmente, coloca dos palabras juntas y empieza a preguntar. Entre dos y tres años entiende la diferencia entre ir/parar o arriba/abajo y escucha y disfruta escuchando historias. Entre los cuatro y los cinco años, pone atención a historias y puede responder preguntas sobre ellas, usa oraciones con detalles e incluso palabras que riman. Si hay pérdida auditiva, el proceso se ve alterado.

A diferencia de lo que ocurre en España, en muchos países, en los primeros días de colegio, por protocolo, se ponen en marcha campañas para la detección de pérdida auditiva tanto en niños como en adolescentes. Basta con una prueba rápida, llevada a cabo con equipos que funcionan mediante un análisis frecuencial a través de los diferentes protocolos de los que dispone el equipo. En menos de un minuto, Madsen Alpha Otometrics OAE + permite llevar a cabo una lectura frecuencial de la actividad coclear en el oído del niño, sin que sea necesaria su intervención. La cóclea es uno de los primeros órganos del cuerpo humano por los que transita químicamente el sonido, antes de llegar al cerebro a través de un impulso eléctrico para ser entendido. Además de rápida, la prueba practicada es inocua para el paciente. El resultado muestra qué está pasando en este órgano, y si hay una pérdida a considerar, sobre la que profundizar, en cuyo caso debe intervenir el otorrino y/o, en su caso, el audiólogo.

Por otra parte, el uso abusivo de auriculares puede, en este caso por exposición a ruido prolongado, adelantar la pérdida auditiva, una casuística cuya evolución conviene también observar en adolescentes.

Y lo mismo ocurre con las personas mayores. Países europeos como Suiza o Austria, revisan por protocolo la audición de personas con más de 50 años. Y, si en el caso de los niños se trata de garantizar el correcto desarrollo del lenguaje en sus diferentes fases evolutivas, en este, se trata de prevenir el deterioro cognitivo, puesto que según apuntan los últimos estudios, la pérdida auditiva está relacionada con una merma de capacidad intelectual, debido al sobreesfuerzo neuronal que implica superar constantemente un problema de audición.