En España, los casos de alergias alimentarias han aumentado exponencialmente en los últimos 15 años, especialmente en niños. En este sentido, actualmente, un 5% de la población infantil la padece. Los síntomas no son claros en muchas ocasiones, por lo que hay aprender a identificarlos y reconocerlos. Ante la presencia persistente de algunos de ellos debemos acudir a un centro médico para que sean los profesionales lo que determinen la causa y realicen un diagnóstico de la enfermedad.
En España, los casos de alergias alimentarias han aumentado exponencialmente en los últimos 15 años, especialmente en niños. En este sentido, actualmente, un 5% de la población infantil la padece. Los síntomas no son claros en muchas ocasiones, por lo que hay aprender a identificarlos y reconocerlos. Ante la presencia persistente de algunos de ellos debemos acudir a un centro médico para que sean los profesionales lo que determinen la causa y realicen un diagnóstico de la enfermedad.
Según apuntan los expertos, la alergia alimentaria puede deberse a algunas costumbres propias de nuestro tiempo, por lo que es fundamental una detección y diagnóstico, para a partir de él, modificar nuestra conducta y poder así mejorar. Entre los síntomas más frecuentes encontramos: urticaria, voz ronca, dolor abdominal, diarrea, picor (en la boca, la garganta o los ojos), mareos, náuseas, congestión nasal, hinchazón de los párpados, cara, labios o lengua, vómitos, cólicos o dificultad para respirar.
La alergia alimentaria es una respuesta exagerada de nuestro sistema inmunológico por el consumo de un alimento en particular. Se producen cuando el sistema inmunológico considera que algún producto que ingerimos es nocivo para nuestro organismo. En este sentido y en un intento de protegerlo, fabrica anticuerpos. Así, el sistema inmunológico libera sustancias que causan síntomas de alergia alimentaria.
Generalmente, los alimentos que generan más casos de alergias son: los huevos, la leche, los frutos secos, el pescado, el marisco, la soja o el trigo. Si bien, también se desarrollan alergias a productos frescos como verduras o frutas.
Como norma general, el primer paso para el diagnóstico es realizar las pruebas cutáneas. En este caso, un resultado positivo no significa, necesariamente, que una persona sea alérgica a un alimento en particular. Sin embargo, un resultado negativo señala que es improbable que sea sensible a dicho alimento.
Después de un resultado positivo en una prueba cutánea, el médico especialista procederá a realizar una prueba oral para llegar al diagnóstico definitivo. Generalmente, en una prueba de provocación oral, el alimento sospechoso se oculta en otra sustancia y el paciente lo ingiere. Si no aparecen síntomas, la persona no es alérgica a ese alimento.
El único tratamiento comprobado para la alergia alimentaria es evitar el alimento. Por ello, lo habitual es eliminarlos de la dieta, si bien, y siempre bajo la revisión de especialistas, puede ocurrir que, pasado un tiempo, éstos se vuelvan a ir reincorporando a la dieta, uno a uno y, comprobando su efecto en el organismo.