Este fenómeno ha dado un vuelco al sector hotelero, que ha pasado de dominar el mercado a volverse un competidor más frente a las empresas de alquiler turístico. Lo que antaño fue la segunda residencia de los padres es hoy la inversión inmobiliaria de las nuevas generaciones: un patrimonio que, lejos de quedarse vacío, genera riqueza cuando no se utiliza. Un valor refugio que produce una alta rentabilidad: aproximadamente un 50% más que el alquiler tradicional y un 30% por encima del alquiler temporal