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En líneas generales deben convivir con la incertidumbre, liderar organizaciones en cambio permanente y equilibrar tecnología, personas y estrategia en entornos cada vez más complejos según Catenon

El liderazgo ejecutivo atraviesa un momento de redefinición profunda. Las empresas ya no buscan únicamente al CEO más experto en su sector o al gestor centrado en maximizar resultados a corto plazo. El contexto actual exige perfiles capaces de convivir con la incertidumbre, liderar organizaciones en cambio permanente y equilibrar tecnología, personas y estrategia en entornos cada vez más complejos.

Los datos respaldan esta evolución. Según el Future of Jobs Report 2025 del World Economic Forum, casi cuatro de cada diez habilidades consideradas esenciales hoy cambiarán antes de 2030, obligando a las compañías a replantear no solo sus estructuras, sino también el tipo de liderazgo que necesitan. A ello se suma el optimismo prudente que refleja la 28ª Encuesta Global de CEO de PwC, donde cerca del 60 % de los primeros ejecutivos confía en una mejora del crecimiento económico, siempre que sus organizaciones sean capaces de transformarse de forma sostenida.

Para Catenon, desde la experiencia directa en procesos de búsqueda de alta dirección, este escenario se traduce en una realidad clara, el mercado ya no demanda más liderazgo tradicional, sino un liderazgo distinto.

Un liderazgo construido para la complejidad A partir del análisis de procesos reales con consejos de administración y comités de dirección de distintos sectores, Catenon identifica diez cualidades clave que están definiendo al CEO que será relevante en 2026. No se trata de un listado teórico ni de un perfil idealizado, sino de rasgos que aparecen de forma recurrente cuando las compañías definen al líder que necesitan para los próximos años.

Entre las cualidades más valoradas destaca, en primer lugar, la capacidad de pensar a largo plazo sin quedar paralizado por la incertidumbre, combinada con la habilidad de tomar decisiones estratégicas en contextos donde la información es incompleta y el entorno cambia rápidamente. A esta visión se suma la asunción de la transformación como un proceso continuo. Las empresas han dejado atrás los proyectos de cambio puntuales y avanzan hacia modelos de adaptación permanente, lo que exige CEOs capaces de sostener el impulso durante ciclos largos y con organizaciones en movimiento constante. El talento aparece como otro de los grandes ejes del liderazgo. La escasez de profesionales con las habilidades necesarias ya no es solo un reto del área de Recursos Humanos, sino una cuestión estratégica. Por ello, las empresas demandan CEOs que se impliquen activamente en la construcción y evolución de sus equipos, alineando personas, cultura y negocio. Junto a ello, se valora cada vez más la comprensión real de la tecnología, especialmente en relación con el impacto de la inteligencia artificial y la digitalización sobre los procesos, la toma de decisiones y los modelos de trabajo. No se trata de dominar la herramienta, sino de liderar su adopción con criterio y visión. En paralelo, el avance tecnológico refuerza una cualidad clave: el liderazgo humano. La capacidad de comunicar con claridad, generar confianza y acompañar a las personas en contextos de cambio se convierte en una competencia claramente diferencial en los procesos de selección de alta dirección. Otra capacidad especialmente demandada es la resiliencia organizativa, entendida como la habilidad para construir empresas capaces de adaptarse a entornos volátiles sin perder cohesión ni foco estratégico. La sostenibilidad, entendida como viabilidad del negocio a largo plazo, se consolida también como una competencia esencial del CEO. Más allá del discurso, se requiere liderazgo para integrar criterios ambientales y sociales en decisiones estratégicas que impactan directamente en la competitividad de la compañía. A ello se suma la gestión del cambio cultural. La automatización, la redefinición de roles y la evolución del empleo generan incertidumbre dentro de las organizaciones, y el CEO debe liderar estos procesos de manera coherente, cercana y alineada con la estrategia. Otra cualidad clave es la capacidad de equilibrar ambición y prudencia. Aunque el contexto invita al crecimiento, los riesgos estructurales siguen presentes, lo que exige líderes capaces de avanzar sin perder control ni rigor en la toma de decisiones. Por último, se refuerza la necesidad de un liderazgo con mentalidad global y ejecución local. La experiencia internacional aporta valor, pero las empresas buscan CEOs capaces de adaptarse a realidades concretas y liderar muy cerca del negocio y del talento.

"En los procesos de búsqueda vemos que el cambio no está tanto en los títulos como en las expectativas. El CEO de 2026 ya no es un perfil exclusivamente financiero u operativo, sino un líder capaz de gestionar complejidad, personas y transformación de forma simultánea", explican desde Catenon. "Los consejos de administración demandan cada vez más CEOs con criterio, visión y capacidad de escucha. El liderazgo basado únicamente en la autoridad o en el control pierde peso frente a perfiles capaces de generar consenso y movilizar a la organización en contextos de incertidumbre prolongada".