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El trabajo del fisioterapeuta, como profesional experto en el movimiento, es mantener la calidad de vida del paciente, tratando las alteraciones del sistema motor

La enfermedad de Parkinson es un trastorno degenerativo del sistema nervioso, que produce alteraciones en el sistema motor y, por tanto, en el movimiento, con síntomas como temblores, rigidez, bradicinesia e inestabilidad postural, entre otros. Según la Federación Española de Parkinson, en España afecta 160.000 personas y en todo el mundo hay más de 7 millones de pacientes, con una importante previsión de crecimiento, debido al aumento de la longevidad y a los hábitos poco saludables.

En el Día Mundial del Parkinson, el Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (CGCFE), recuerda la importancia de la Fisioterapia para mejorar la calidad de los movimientos y la autonomía personal de estos pacientes, tratando el control postural, la marcha, la estabilidad y la disminución de los temblores, dentro de un abordaje multidisciplinar, que debe conjugar tratamiento farmacológico, quirúrgico y rehabilitador.

Los fisioterapeutas, como profesionales expertos en el movimiento, tratan de corregir patrones de movimiento alterados en los pacientes de Parkinson, además de trabajar la movilidad corporal en general y la amplitud articular. Por otro lado, es clave mantener la elasticidad, la fuerza y el tono muscular, realizando una corrección postural que ayude al paciente a evitar los dolores provocados por posiciones incorrectas.

El equilibrio también es uno de los factores que deben entrenarse, tanto estático como dinámico, además de mejorar la coordinación y la motricidad, mediante ejercicios específicos. Los problemas motores son tratados mediante ejercicio aeróbico, electroestimulación, hidroterapia e hipoterapia, entre otras técnicas, además de ejercicios de coordinación, estiramientos y movilizaciones articulares.

Sin embargo, es importante destacar que cada paciente experimenta una evolución diferente, por lo que la Fisioterapia debe adaptarse las personas y a las etapas de la enfermedad. De hecho, hay pacientes de diferentes edades que, por tanto, tienen capacidades físicas y necesidades distintas. Los pacientes requieren una evaluación continuada de su estado, para poder afrontar de forma específica los síntomas y dificultades que se plantean a medida que la enfermedad avanza.

En una primera etapa, al inicio de la enfermedad, el objetivo es mantener una actividad física diaria apropiada, con ejercicio sencillos, corrección postural y tratamiento del dolor, si se produce. En la siguiente etapa, con bloqueos habituales, los ejercicios deben desarrollarse de manera más dirigida a los problemas posturales, tratamiento de la rigidez y mantenimiento de la marcha. En la fase más avanzada, en la que el paciente tiene una movilidad muy reducida, la prioridad se centra en los estiramientos, movilizaciones y cambios posturales.

"El fisioterapeuta es un profesional sanitario clave dentro del tratamiento multidisciplinar de la enfermedad de Parkinson, no solo para tratar los síntomas físicos, sino para acompañar al paciente y a sus cuidadores a lo largo del proceso de esta enfermedad, manteniendo la calidad de vida y la autonomía del paciente el mayor tiempo posible y en las mejores condiciones", afirman los responsables del CGCFE.