El cierre de actividades y las medidas de restricción de movimientos de los ciudadanos son algo habitual desde hace un año y las consecuencias en la salud, en la economía y en cualquier ámbito personal y cotidiano cada vez son más y peores.
El colectivo más afectado es, sin suda, el de las personas mayores, para los que el orden en su vida y la activación diaria son tan importantes. Hasta marzo de 2019 había numerosos servicios que promovían actividades para mayores y relaciones sociales con otros mayores que hasta la fecha siguen cerrados por la crisis del coronavirus. Otros servicios han abierto con excelentes medidas de seguridad, como los centros de día para mayores, pero que se ven amenazados de manera constante por el cierre por sus Comunidades Autónomas, como País Vasco, Murcia, Canarias, Galicia, La Rioja o Cantabria, con rectificaciones inmediatas a este cierre en estas últimas, debido a que esta medida de supuesta protección contra el COVID asegura la pérdida de salud de los mayores, aquejados de enfermedades o procesos degenerativos que encuentran cierto alivio con la actividad terapéutica de los centros de día.
Otra medida errónea ha sido excluir a los mayores de centro de día de la primera fase de vacunación frente al COVID. Ambas medidas dañan gravemente a un colectivo a proteger, que quiere luchar por permanecer en su entorno y en su casa, en vez de ingresar en una residencia para siempre. La apuesta de muchas familias se convierte en algo imposible.
Según explica Jesús Quintanilla, Director del Centro de Día Summum Vita de Madrid , “un nuevo confinamiento total o cierre de centros de día sería empujar al abismo a muchas personas mayores. Hemos cerrado una semana en Madrid a causa de la nevada y algunos usuarios han retrocedido gravemente en su estado funcional y de salud. Hay personas que no disponen de ascensor y, a penas pueden bajar ya a la calle tras este nuevo parón”.
Las ventajas que ofrece un centro de día son muchas a nivel terapéutico, social, de convivencia familiar y de conciliación laboral: “Desde la reapertura de junio el COVID no ha supuesto un problema interno en los centros, se da algún contagio en las casas, pero no se propaga en el resto de los usuarios. Por suerte, nuestro centro goza de una buena situación grupal, ya que un alto porcentaje ya presentaba anticuerpos en abril de 2020, pero sería catastrófico para todos y cada uno de nuestros usuarios y familias un nuevo cierre por el avance imparable del Alzheimer, del Parkinson, de los síndromes geriátricos”.
Los colegios o los centros de día son imprescindibles para la conciliación laboral de las familias, para la economía por la gran cantidad de empleos directos e indirectos que corren peligro, como el de otros sectores como el turismo o la hostelería, pero los niños y los mayores en su rutina y en su entorno cotidiano están más seguros y ayudan a disminuir el número de contagios por coronavirus: “los mayores y los niños están más seguros en grupos y actividades de rutina regular que estableciendo relaciones con gente no habitual o en compañía de cuidadores escasamente conocidos, en grandes superficies o reunidas en espacios públicos sin control”.
La apuesta por la continuidad de los centros de día sin cierres y la vacunación en primera fase sería la combinación perfecta para miles de mayores en toda España. Los servicios especializados que ofrecen estos centros promueven un envejecimiento saludable, controlando efectos adversos del proceso de envejecimiento y contribuyen de forma determinante en la economía, generando miles de puestos de empleo, conciliando la vida laboral y familiar y, mitigando el deterioro de salud en las personas mayores y, por tanto, ahorrando costes de salud.