Con una antigüedad de más de 500 años, estas galerías son una muestra de ingeniería civil del siglo XVI
Las galerías del Lomo de Cogolludo, son un entramado de conducciones construidas durante el siglo XVI para traer el agua hasta el centro de la Villa. Así lo demuestran los documentos encontrados en distintos archivos parroquiales, municipales y de los Duques de Medinaceli.
Por los datos recopilados en estos documentos se sabe que los Duques de Medinaceli, encargaron la realización de una traída de aguas hasta el Palacio Ducal, anterior a las galerías que aún se conservan. Esta traída original de aguas dataría del año 1508, puesto que algunos documentos de esta fecha hablan del coste de los materiales utilizados en su construcción, siendo estos, entre otros, betún, resina de pino, cal viva, yeso, sebo, pez, cordel o arcaduces.
Sin embargo, esta acometida de aguas no debió funcionar bien, por lo que, los Duques aprovecharían la posterior traída de aguas que realizara el pueblo, para proveer del valioso líquido al palacio. Esta situación provocó un conflicto y posterior litigio entre el Concejo de la Villa y los Duques de Medinaceli.
La primera denuncia de la que se tiene constancia se interpuso en 1563. En ella, el municipio reclama a los Duques el coste de la traída de las aguas del Lomo a la fuente de la Plaza, obra ejecutada entre los años 1535 y 1545, y que el ayuntamiento habría encargado y pagado al ingeniero y fontanero Juan Vélez, por un valor de 400 ducados.
La primera sentencia, con fecha de 1566, condena a los Duques a pagar al Ayuntamiento 1000 ducados. Ellos la recurrieron, pero la condena se ratificaría en 1568. Como represalia, los Duques denunciarían a la Villa por no pagar el Pan de Pecho, carga fiscal que debían satisfacer los vecinos a los señores del territorio, llegando a reclamarles 7800 ducados, a pagar en forma de dos fanegas de pan por cada vecino. Para solventar esta situación, en 1597, el Concejo perdona a los Duques los 1.000 ducados de la obra y los Duques permiten a los vecinos pagar la deuda en dinero, en vez de en pan, y además, eximen del pago a aquellos que no tuvieran más de 800 maravedíes.
Pero, el agua que llegaba no sería suficiente, por lo que, en 1620, se vuelven a realizar obras de acometida, incluyendo una nueva fuente en el patio de servicios, para traer el agua desde el pozo del Tinte, cercano a la plaza.
El manantial del Lomo, en realidad son dos: el principal, situado en un profundo pozo de ladrillo y un segundo, en una cueva al fondo de un ramal de la galería. La entrada a las galerías se realiza por una escalera que posiblemente data de la misma época que el pozo, aunque es posible que se construyese sobre la original, del siglo XVI.
La escalera y el tramo que discurre hasta el pozo, así como probablemente el mismo pozo, datan de 1939-1940. Las obras fueron realizadas por los presos republicanos a los que se recluyo tras acabar la Guerra Civil en la Iglesia de San Pedro. Al ser de reciente construcción, no está claro si ese tramo se construyó sobre el del siglo XVI o si el manantial del pozo ya estaba canalizado por las galerías originales.
Registros y pozos, galerías y cámaras de piedra y ladrillo recorren subterráneamente la villa en un entramado de pasadizos por los que discurría el agua que abastecía las fuentes.
Sin lugar a duda, estas galerías son un patrimonio invisible, de incalculable valor y de gran importancia arqueológica, testigos de una época en la que el agua era un bien escaso que generaba grandes conflictos por su titularidad. Esta joya de la ingeniería civil del siglo XVI, bien merece ser conocida y protegida, a pesar de la enorme dificultad que entraña visitarla.