La hiperhidrosis o exceso de sudoración es un problema que afecta al 3% de la población europea y estadounidense, y al 4,6% en áreas específicas de China. Tiene tendencia a afectar a varios miembros de una familia y una incidencia en la población joven entre el 0,1 y el 0,3%. No se conoce exactamente su origen pero se sabe que está relacionada con una hiperactividad de las fibras simpáticas y un aumento de la respuesta periférica sudomotora. En cifras globales, se estima que casi el 28% de la población mund

La hiperhidrosis o exceso de sudoración es un problema que afecta al 3% de la población europea y estadounidense, y al 4,6% en áreas específicas de China. Tiene tendencia a afectar a varios miembros de una familia y una incidencia en la población joven entre el 0,1 y el 0,3%. No se conoce exactamente su origen pero se sabe que está relacionada con una hiperactividad de las fibras simpáticas y un aumento de la respuesta periférica sudomotora. En cifras globales, se estima que casi el 28% de la población mundial sufre de algún tipo de hiperhidrosis, siendo las manifestaciones más comunes la sudoración en manos, pies, axilas y cara.

Esta patología tiene una repercusión significativa sobre la calidad de vida en las personas que la padecen, provocando una disminución de la calidad de vida que perjudica las relaciones sociales y las actividades profesionales, presentando incluso, en algunas ocasiones, fobia social. La hiperhidrosis limita realizar acciones tan simples como bailar, alzar los brazos, usar determinado tipo de ropa, saludar de mano, entre otras.

Existen diferentes grados de desarrollo de esta enfermedad. Así, se puede aparecer en la infancia o la pubertad y mantenerse toda la vida, o puede presentarse a causa de algún trastorno de la glándula tiroidea o pituitaria, por infección, diabetes o problemas de peso, entre otros. También puede aparecer puntualmente, en situaciones de estrés o alta tensión emocional.

Actualmente existen múltiples opciones terapéuticas para el tratamiento de la hiperhidrosis: antitranspirantes de grado farmacéutico, Iontoforesis, agentes anticolinérgicos, toxina butolínica o simpatectomía. Sin embargo, para alcanzar los mejores resultados resulta imprescindible una buena evaluación dermatológica, y con ello una elección adecuada del tratamiento ideal para cada situación.

En este sentido, uno de los tratamientos más novedosos para el control de la sudoración es la inyección de la toxina botulínica, conocida popularmente como botox. La aplicación de esta sustancia ha supuesto una auténtica revolución gracias a su rapidez de acción. Implica la aplicación periódica (cada 4 meses aproximadamente) de múltiples inyecciones en el área a tratar. Los efectos del tratamiento empiezan a notarse entre los 2- 4 días, y la sintomatología remite en una semana. La duración del efecto suele variar según localizaciones, pero oscila entre los 6-8 meses.