img

El fallecimiento de Luli, como era conocida entre sus allegados, ha conmocionado a todos los que la conocieron. Carmen Zabala, será recordada por su inmensa labor al frente de la entidad precursora en asistencia social, ASISPA, asociación sin ánimo de lucro que fundó hace 40 años. Fue, sin duda, una mujer con visión de futuro, una verdadera emprendedora en una etapa donde no era fácil para las mujeres formar una asociación

Luli tenía 87 años, y falleció ayer tarde en Madrid por causas asociadas a su edad. Había nacido en el seno de una familia de clase media y pudo estudiar perito agrónomo y más tarde asistente social. Fue esta segunda elección la que le dio las claves para lo que sería su futuro laboral.

“Durante el franquismo y tiempo después, los hombres estudiaban. Las mujeres no, no sé por qué. La costumbre era que nos dedicáramos al cuidado de las personas”, comentaba en una reciente entrevista. “Mi profesión no ha hecho más que poner en práctica lo que yo tenía: interés por los demás”.

Fue ella la pionera en crear una asociación que se encargara de la asistencia a domicilio que no existía anteriormente. Y a partir de ese momento, consiguió construir una red de servicios integrados que han hecho de ASISPA una de las más importantes entidades en el tercer sector a nivel nacional.

Aquello que Luli se proponía, lo creaba desde el principio: una residencia, un centro de día, y quizás lo más destacado por ser un servicio pionero en Madrid, la ayuda a domicilio. “En Madrid la empecé yo. Empezamos a atender a los ancianos en sus propias casas. Ese fue un servicio muy bueno que se extendió muchísimo”. Más tarde llegó la teleasistencia, la animación en centros de mayores, la formación a profesionales y un largo etcétera de servicios y departamentos que forman la gran asociación que es hoy ASISPA, una entidad que atiende a 100.000 personas y da trabajo a 5.000 profesionales.

Gracias a una intensa y fructífera implicación en el sector de la atención a las personas mayores y a las dependientes, Luli pudo conseguir la exitosa coordinación de los equipos y trabajadores de su organización. En lo personal, era muy parecida a su perfil profesional: una mujer sencilla, directa, decidida y muy práctica.

Los valores que Luli imprimió a ASISPA, siguen intactos hoy en día. Ella consiguió afianzar el valor del cuidado atento, personalizado y cálido para cada persona atendida. “Ocuparse de los demás compensa, aunque sea por propio egoísmo, porque te llevas más de lo que das. Gracias Luli. Tu visión y tu ejemplo son una fuente de inspiración para todas las personas que intentan mejorar la vida de los demás".