Las visitas humanas a los nidos, ya sea por motivos científicos o por estrategias de conservación, hacen que a largo plazo las poblaciones de aves contengan una proporción mayor de hembras agresivas. Es uno de los resultados de un estudio internacional elaborado entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) de Francia, en el que se ha documentado la evolución del comportamiento de las hembras de aguilucho cenizo a lo largo de 19 años. El artículo ha sido publicado en la revista Ecology Letters.
“El aguilucho cenizo (Circus pygargus) es una rapaz típica de las zonas agrícolas de Europa occidental y común en España. El aguilucho nidifica en el suelo y con frecuencia usa los campos de cereal para criar. Eso le hace muy vulnerable en el momento de la cosecha, cuando los pollos pueden morir si no han volado antes de que pase la cosechadora. Por ello, esta especie se encuentra en declive y es muy dependiente de las medidas de conservación”, explica el investigador del CSIC François Mougeot, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (centro mixto del CSIC, la Universidad de Castilla-La Mancha y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha).
Las campañas de protección se basan en la localización de nidos, su visita para determinar la edad en la que se van a volar los pollos y si esto va a ocurrir después de la cosecha, lo que suele producirse en muchos casos. Es también cuando se decide si se interviene para protegerlos. Esta especie ha sido también objeto de estudios científicos a largo plazo en varias de sus zonas de distribución para estudiar los factores que influyen en su ecología reproductora, que también incluyen visitas repetidas a los nidos.
“Durante las visitas a los nidos, los adultos reproductores ven a los humanos como una amenaza y defienden sus pollos con vuelos rasos, gritos de alarma e incluso ataques. Pero no todos los individuos son igual de agresivos y este rasgo comportamental define la personalidad de un aguilucho: ciertas hembras son siempre agresivas y atacan a los humanos que visitan su nido, otras son siempre tímidas, y huyen o se alejan durante las visitas al nido”, añade la investigadora Beatriz Arroyo, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos.
Aumento de las hembras agresivas
A lo largo de los 19 años que ha durado el estudio, los investigadores han documentado un fuerte cambio en la proporción de hembras agresivas dentro de la población modelo: han pasado de suponer el 40% a situarse en el 90% del total en el transcurso de 4 generaciones de aguiluchos.
“Este aumento refleja un mecanismo de selección dirigida que perjudica a las aves más tímidas, dado que su probabilidad de fracaso reproductor aumenta con la frecuencia de visitas al nido, mientras que el éxito de las hembras agresivas no se ve afectado. Nuestros resultados muestran que los humanos actúan de manera sutil pero relevante sobre la composición fenotípica de las poblaciones monitorizadas, y que es importante tener en cuenta estos efectos a la hora de interpretar los resultados de los estudios a largo plazo”, concluye Mougeot.
El presente comunicado fue publicado primero en CSIC