El mantra "Zuckerberg lo ha vuelto a hacer" se queda corto para uno de los genios de nuestros tiempos, que no se cansa de reinventar e ir más allá, que no tiene suficiente con la posición que ha alcanzado en Silicon Valley y en el mundo. M.Zuckerberg no es un postadolescente que quiso hacerse millonario con lo que empezó como un hobby, es un creativo militante, un perro de presa de los negocios que se apoya en una convicción descomunal en sí mismo y en sus ideas. La figura que siempre gana.
Ha sorprendido con la creación de Jarvis, su propia inteligencia artificial, en sus ratos libres, y ahora ha colgado la demostración de su funcionamiento en vídeo.
En este sentido, puede que este ejemplo sea el enésimo caso de expectativas vs realidad. Pero eso no es lo importante: lo más impactante del asunto es que Zuckerberg rompe el enésimo estereotipo y se sigue consolidando como un creador convencido que incluso en sus ratos libres explora otros proyectos por su cuenta.
Jarvis ejecuta tareas como encender y apagar las luces de casa, reproducir música, identificar (gracias, Facebook) a los visitantes que llamen a la puerta, o disparar ropa, literalmente, con un cañón en el armario. Su creación fue fruto de las ganas de aprender y explorar de él mismo, esta vez en torno al potencial y los límites de la inteligencia artificial. Se lo tomó como un desafío personal y ha salido con éxito tras unas cien horas de trabajo. Todo tras dirigir exitosamente una de las empresas más valiosas del mundo.
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