La contaminación, el cambio climático y el problema energético son hechos que no pueden pasar de largo en la agenda pública de los diferentes países. México, y especialmente, Ciudad de México, está en la lista de una de las más contaminadas teniendo que controlar sus niveles de tráfico. ¿Soluciones? No existe ninguna definitiva, pero cualquier ayuda por pequeña que sea es positiva.
Con el 70% del territorio con niveles solares por encima de la media y con el objetivo de depender en un 35% de energías limpias en 2024, el sol es una fuente de energía con un alto interés para el país. Para lograrlo, el Gobierno Federal inició hace un tiempo varios proyectos de innovación y desarrollo financiados con 160 millones de dólares. Después de todo, por su localización, México es uno de los cinco países en el mundo con mayor atractivo para invertir en energía solar. Tanto para el Gobierno como para los particulares. Y en esta época de democratización en el acceso a las grandes inversiones, como pudiera ser la del polémico sector del ladrillo, el Sol también estaría viviendo su época dorada tanto para invertir como para disponer de una instalación propia. Pero como siempre, y como nos comenta el fundador de Girasol Mauricio de Mucha, al igual que en otros sectores "el mayor problema es que no hay un buen acceso a la financiación". El Gobierno otorga créditos que pueden convertirse en tremendas pesadillas burocráticas y los bancos conceden préstamos con altos niveles de interés. Financiar, por tanto, un sistema de energía solar se justifica pocas veces por el alto nivel de inversión que supone.
Pese al crecimiento del negocio en México, uno de los mayores problemas reside en el tema de los proveedores con poco recorrido
Y enganchando con esta ola democratizadora, el crowdfunding es uno de los recursos más fáciles para abrir los procesos de inversión a las pequeñas aportaciones. Para Girasol es una apuesta doble, puesto que "en México no existe ningún medio en el mercado que permita a la gente invertir energías limpias". La propuesta es simple: el que necesita una instalación solar en su casa acude al crowd en Girasol donde se aporta la parte necesaria para hacer la instalación completa. Los inversores se convierten en prestamistas con una tasa anual del 12% al 13% sin tener que hacer ninguna aportación mínima, de ahí la democratización. Y es de esta tasa, cobrada tanto a inversores como a propietarios donde Girasol saca sus beneficios.
Mauricio, ingeniero en energías renovables de formación y amante del crowdfunding, que arrancó con este proyecto hace relativamente poco y ya cuenta con varios clientes, sabe que el mayor "problema" es la seguridad. Como en todo proceso de inversión no existe la ausencia de riesgo al 100%, es decir, es posible que no exista retorno. Pero sí puede intentar evitarse lo máximo posible porque esto del dinero es un tema muy sensible:
"Nosotros además investigamos a la persona que quiere una instalación para confirmar que paga, porque en esto se basa en la confianza."
Antecedentes, firma de pagarés, domiciliación de pagos... candados muchos y aún así instan a sus posibles inversores a que cumplan la regla de "no meter todos los huevos en la misma cesta", porque la diversificación puede ser una de las maneras más seguras de evitar la pérdida total de la inversión. Primera norma de economía. Gracias al crecimiento masivo de este negocio han surgido muchos proveedores de sistemas solares, "pero hay muy pocas que sean buenas de verdad y que tengan buenos equipos", comenta Mauricio, y, sobre todo, "que tengan la seguridad de que dentro de años seguirán operativas porque la tasa de supervivencia de las empresas de paneles solares es muy corta y eso es todo un problema". Asegurarse de que dentro de 15 años seguirán operativas para asegurar el mantenimiento de las instalaciones es esencial teniendo en cuenta, además, que mucha de la gente no tiene los conocimientos sobre energía solar y no tiene la capacidad de discernir entre garantías o calidad de servicio. Después de todo, aunque creciente, sigue siendo un mercado poco maduro.
Reuters
No a todos les vale
En un país con un potencial enorme en cuanto a crecimiento de la energía solar, ser propietario de un sistema autónomo puede venir costando una media de 200.000 pesos. Entre 5.000 y 15.000 dólares dependiendo de la magnitud de lo que se quiera. Aunque abaratado con el tiempo, sigue siendo algo caro y no está al alcance de todos.
Y además del coste, tampoco es algo a lo que se deba hacer siempre: de cada diez proyectos que entran en Girasol, sólo uno se considera viable. En muchas ocasiones, el coste de la instalación no está explicado a los beneficios que obtendrían con la generación de energía eléctrica. Por la regla del coste unitario, en la mayor parte de las ocasiones es más rentable conectarse a uno que ponerlo. Así como el tema de la venta de excedente energético que, como explica Mauricio, atendiendo al balance neto de generación eléctrica es prácticamente imposible vender excedente, además de que producirla muchas veces es más caro que venderla.
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