Los productos de moda y últimas tendencias son, sin duda, la parte del mercado más difícil de conquistar y a su vez, la que impulsa un consumo cada vez más veloz, sosteniendo para ello, en muchas ocasiones, condiciones laborales injustas, sobreexplotando los recursos naturales o provocando una mayor contaminación.
Sin embargo, son muchas ya las asociaciones, organizaciones y empresas de “moda sostenible” que entienden que es posible vestir y usar productos que se distingan por su diseño y creatividad sin perjudicar el entorno social ni el medio ambiente.
Esta nueva tendencia propone valores asociados a un consumo ético, ecológico y más humano. Por tanto, adherir a una moda sostenible significa poder vestir ropa que haya sido producida respetando los derechos humanos, laborales y sociales de quienes participan en todas las etapas de elaboración, circulación y venta. Así como utilizar marcas respetuosas con el medio ambiente y con los recursos naturales o marcas regionales, cuya cercanía física ayuda también a reducir la huella ecológica y facilita la identificación y el control de las relaciones laborales.
Con este fin, poco a poco, muchas empresas han ido sumándose a códigos de conducta y compromisos éticos y sociales, para que los consumidores podamos tener información fidedigna sobre todos los procesos involucrados en la producción de nuestra ropa y el impacto que ellos generan. Un proceso que ha comenzado su andadura hace pocos años, pero que tiene un futuro prometedor gracias a la lucha de organizaciones sociales y ecológicas, y sindicatos que defienden estos derechos.
Todos los sectores del mercado pueden impulsar prácticas más responsables y sostenibles. Informándonos y colaborando con el consumo de productos elaborados bajo criterios más éticos y menos contaminantes también nosotros podemos ser parte de este cambio positivo para la sociedad y el planeta.