Muchas familias aceptan someter a sus niñas a la ablación porque de lo contrario sufrirían aislamiento en sus comunidades: sus niñas no serían consideradas puras, casaderas o no tendrían esa marca de “distinción” necesaria para encajar en el grupo. Puede resultars extraño desde una perspectiva occidental, pero hay que entender las razones si queremos erradicarla.
UNICEF trabaja con las comunidades para que adopten de forma colectiva la decisión de no volver a someter a sus niñas a esta práctica. Esa es la única manera de luchar contra ella, desde dentro. Transformando la presión social, informando sobre los graves perjuicios de la ablación sobre la salud y el desarrollo de las niñas, y ese es uno de nuestros objetivos fundamentales.
Mutilación genital femenina: 15.000 comunidades han abandonado la práctica desde 2008
Este trabajo a nivel comunitario se completa con otras acciones: un enfoque integral que permite atajar todos los factores vinculados con la mutilación genital femenina. La orgnaización trabaja con los líderes religiosos para que difundan los mensajes sobre los perjuicios de la ablación y la necesidad de su eliminación; desarrolla campañas de comunicación en medios, y realiza acciones que se apoyan en tradiciones cercanas a las comunidades como el teatro, las marionetas o las canciones, para acercar los mensajes sobre los perjuicios de la práctica.
También se asegura de que los centros de salud y sus trabajadores disponen de información y la difunden entre las personas que acuden a los centros. UNICEF estra mayor satisfacción es conseguir que las comunidades hagan una declaración pública de abandono de esta práctica.
Ese día la comunidad se convierte en una auténtica fiesta en la que todos los miembros celebran la decisión. Desde el año 2008, más de 15.000 han celebrado esta fiesta y sus niñas nunca más serán sometidas a mutilación.
Pero nuestra misión no acaba ahí. No solo trabajamos con las comunidades, también lo hacemos con los gobiernos, porque ellos son los responsables de desarrollar las leyes que prohíben y persiguen la mutilación genital en su territorio. Convertir esta práctica en un delito es un paso clave para erradicarla. Cinco países con altas tasa de prevalencia han prohibido esta práctica: Kenia, Uganda, Guinea Bissau, Nigeria y Gambia.
Si multiplicáramos la población de España por 4 tendríamos 200 millones de personas. Las mismas que viven en Brasil o Pakistán, 200 millones. Exactamente el número de niñas y mujeres en el mundo que han sufrido mutilación genital y que viven hoy en día con sus consecuencias. Quien firma este post se ha quedado unos segundos parada, mirando el cursor parpadeante y tratando de dimensionarlo: 200 millones de niñas y mujeres…
MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA: NI UNA SOLA NIÑA, NI UNA SOLA MUJER
Casi la mitad de ellas (44%) fueron sometidas a mutilación genital antes de cumplir los 14 años. Antes de llegar a una edad en la que todo lo que debería pasarte en la vida tendría que ser jugar o pensar en los deberes del colegio. Niñas que han sido y son víctimas de una grave violación de sus derechos: porque la mutilación tiene graves efectos sobre la salud, el desarrollo y la educación de las niñas.
Fatima es una de esas mujeres víctima de ablación. Vive en la comunidad de Ghindae, en Eritrea. Ella, junto con otras mujeres y hombres, forma parte del Comité contra la Mutilación Genital Femenina. Ella, y tantas otras, promueven el fin de la práctica y se han comprometido a terminar con ella en su comunidad. Su hija, de 17 años, no ha sufrido la ablación, y gracias al trabajo de su madre, tantas otras niñas seguirán este camino.
Y de nuevo me he quedado parada frente al cursor. Pensando qué cifra no me provocaría escalofríos, si sería menos grave que habláramos de 100 millones, de 50, o de 1.000 niñas. Serían, sin duda, mejores noticias, pero no serían buenas. Ni una sola niña, ni una sola mujer. Ese es nuestro objetivo, y para ello trabajamos día a día sin descanso.
Post escrito por Elena Filella, especialista en protección de UNICEF Comité Español