Los créditos inmobiliarios dañados del Banco de Valencia ascendieron el pasado año a 2.708 millones de euros, lo que casi cuadruplica los 768 millones de 2010, según el informe anual de la entidad remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

 

El director-enterrador del Banco de Valencia, Juan Antonio Iturriaga, está convocando a empresarios valencianos para forzar el pago de deudas aun a costa de acabar con sus empresas, los puestos de trabajo y la riqueza que puedan generar. Cuando toda la gran banca está buscando márgenes de acuerdo con las grandes sociedades, incluidas las constructoras, para sanear las cuentas de resultados,  Iturriaga está llamando a capítulo a los empresarios para que liquiden… o ser liquidados.

Con esto se acababa el periodo de gracia, decía hace pocos días el periódico valenciano Valencia Plaza. Iturriaga da como excusa que cuanto mejor sea la situación de las cuentas del banco más garantías habrá para su supervivencia, pero en el Gobierno y el Frob ya dan por hecho que será liquidado. Pero además sucede justamente lo contrario. El problema está en si los empresarios pueden pagar o no las deudas, que es que no.  Así que esta política va a producir tres efectos. Primero,  ruina de empresas y despidos de trabajadores. Segundo: nuevas pérdidas para el Banco. Tercero: el Banco de Valencia va a dejar de cobrar incluso los intereses que antes lograba cobrando gracias a carencias en el principal que daban vida a las empresas. Empeora el  balance del propio Banco de Valencia y vale aún menos. De cine para ir a una subasta.

“Esta situación –explica el diario on line Valencia Plaza- ha hecho que se incrementen el número de daciones en pago para rebajar la carga que arrastran muchas de ellas y otras soluciones alternativas, como la practicada por Lubasa con el edificio de los antiguos juzgados de Valencia. Fruto de un crédito de 105 millones de euros, solicitado en 2005 por la matriz del grupo constructor y promotor, Obinesa, a BBVA, Bankia (a través de Caja Madrid) y Banco de Valencia, las tres entidades se han repartido la propiedad del inmueble para saldar parte de la deuda.

Esta no es la única operación de dudoso resultado en la que se encuentra inmersa la entidad con promotoras y constructoras. Algunas de las más conocidas son las relativas a los créditos con el Valencia Club de Fútbol, en los que también se encuentran inmersos Bankia y la Generalitat y ante las expectativas de cobro están siendo valoradas desde un punto de vista "puramente" económico, reconocen”. Una de las empresas que se encuentra también en negociación es la constructora Cleop, que ha sido alimentada durante años por el Banco de Valencia y que concentra un 80% de riesgos en esa entidad. Cleop se encuentra en concurso de acreedores después de haber pretendido digerir a otra empresa valenciana como Urbem, un bocado que se le atragantó y fue causa, entre otras, de su desdicha.

Los créditos inmobiliarios dañados del Banco de Valencia ascendieron el pasado año a 2.708 millones de euros, lo que casi cuadruplica los 768 millones de 2010, según el informe anual de la entidad remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).