El ONI participa en la campaña divulgativa para prevenir los ataques cerebrales

• El ictus es la segunda causa de muerte en mayores de 60 años. • Un sistema de alimentación rico en frutas y verduras podemos asociarlo a un              menor  riesgo de padecer ictus.   • Hoy se celebra el día mundial de esta patología.

 

Madrid, 29 de octubre de 2012

Accidente cerebrovascular (ACV o ACVA o AIT), ictus, apoplejía, ataque cerebral o derrame cerebral son términos aplicables al mismo episodio. Hoy, 29 de octubre, se celebra el día mundial del ictus.

La importancia de este padecimiento en el mundo y en nuestro país lo demuestran las cifras y las estadísticas. Es la segunda causa de muerte en mayores de 60 años y ocupa el quinto lugar en causalidad mortal en décadas anteriores (entre 15 y 59 años). La proporción de fallecimientos en mujeres es del 60% frente al 40% de hombres, probablemente debida a la mayor longevidad de las primeras. En la actualidad supone el 3% de la discapacidad en adultos.

La clasificación médica engloba dos variables; la isquémica y la hemorrágica. Dentro de la primera, el más conocido y frecuente es el llamado infarto cerebral (propiciado por un tumor, tromboembolismo, absceso o por arterioesclerosis). Y en la variante hemorrágica, la palma se la lleva la hemorragia cerebral (debida a un aneurisma o a hipertensión, en la mayoría de los casos).

El riesgo de sufrir un ictus se multiplica por cinco en aquellos portadores de fibrilación auricular, en comparación con la población general (8,5% de españoles con FA y 1 a 2% de la población sin la referida alteración).

Además, el ictus desencadena una sintomatología multicombinada: alteraciones del lenguaje, a veces ininteligible, disminución o pérdida de fuerza en miembros, dificultades marcadas en la marcha, disminución de la agudeza visual, tesitura depresiva e incontinencia urinaria y a veces rectal.

Todo este conjunto sintomatológico puede ser más o menos permanente, temporal o progresivo en su atenuación, disminución o hasta desaparición, especialmente en los episodios transitorios (AIT). Desgraciadamente, queda en forma de secuelas con diversa intensidad en la mayoría de los afectados.

Incontinencia urinaria La incontinencia urinaria inmediata tras el ictus es del 50%, para posteriormente quedarse estable entre el 15 y el 25% de los casos. Se debe a la lesión cerebral y dependiente de ella la escasa o mínima percepción del estimulo vesical y por tanto el reflejo urinario.

Esta situación supone grandes inconvenientes (infecciones, cambios de sonda y hasta arrancamientos de la misma por parte de algunos enfermos), sobre todo en aquellos pacientes que tienen pérdidas no controladas de orina y que precisan de un sondaje permanente. Ictus e incontinencia merecen un apartado especial en el Observatorio Nacional de la Incontinencia www.observatoriodelaincontinencia.es

Absorbentes Tanto en la fase aguda descrita como en las situaciones permanentes, una alternativa paliativa y de confort para el afectado y entorno familiar está en el absorbente. Los modernos evitan los problemas dérmicos, reducen notablemente las infecciones urinarias, la aparición de gérmenes oportunistas y las situaciones sicológicamente perturbadoras que suponen las pérdidas y el olor dimanante de la orina. 

Naturalmente no nos cansaremos de indicar e insistir que el absorbente debería ser personalizado y no un pret a porter como sucede en muchos casos. Deben estar diseñados para albergar diferentes cantidades de orina, según la emisión de la misma, a la medida según la talla, durante el día o la noche.

Cómo prevenir el ictus La prevención juega un papel decisivo para evitar el accidente hemorrágico o isquémico. Los factores previos que pueden influir en el padecimiento, entre otros, oscilan desde la hipertensión arterial (factor éste de capital importancia) al tabaco, pasando por la diabetes, los niveles altos de grasa sanguínea y naturalmente la fibrilación auricular.

Las últimas novedades o adelantos en la terapia post suceso incorporan un agente neuroprotector: el NA-1; la telerehabilitación que propicia un tratamiento recuperador progresivo e intensivo en la casa del paciente, producto de fácil instalación y uso, que elimina la incomodidad del desplazamiento y las dificultades que supone para personas con ciertos impedimentos físicos. También la aparición de robots de ayuda para realizar movimientos de recuperación, coordinación y terapia ocupacional.

Por último y reseñando la información de la revista especializada Neurology, la dieta rica en licopenos (antioxidante presente en niveles bajos en los Ictus), muy abundantes

en el tomate, sandía y guayaba sería un preventivo idóneo. Además el licopeno como antioxidante es mejor transportado y asimilado en combinación con aceite y o frutos secos. En general, un sistema de alimentación rico en frutas y verduras podemos  asociarlo a un menor  riesgo de padecer el cuadro referido.