• Recomendaciones del doctor Pedro Tormo, portavoz del Observatorio Nacional de la Incontinencia (ONI) (http://www.observatoriodelaincontinencia.es)
Madrid, 27 de junio de 2012
La imposibilidad de dominar un escape urinario de mayor o menor medida (desde pequeños goteos a considerables grandes pérdidas) constituye un severo problema físico-psíquico para el portador de la deficiencia. Una situación que sufre, la mayoría de las veces, en silencio. Esto lleva aparejado sensaciones de agobio, angustia y tal vez humillación por la dificultad que supone comunicar la dolencia. El doctor Pedro Tormo, portavoz del Observatorio Nacional de la Incontinencia (ONI), nos explica el porqué de esta situación y así poder evitarla.
En invierno, el frío y la combinación con la humedad, son responsables de propiciar los escapes no controlados, pero en verano, las bebidas para neutralizar el calor, la velocidad de ingestión de las mismas (ese trago de cerveza recién tirada en el bar de la esquina, latas guardadas en el congelador, que asocian el ruido del desprendimiento de la anilla y la imperiosa necesidad de llevar el líquido directamente a la boca) constituyen el elemento necesario para dar el empujón para las pérdidas.
La impaciencia para neutralizar la sed también acompaña al fenómeno y si el cuarto de baño está cercano el problema desaparece, pero en general, no es así y las gotitas surgen incontenibles, desencadenando todo un entorno de preocupaciones… huellas, olor, disimulo.
El factor frío sobre las papilas gustativas de la lengua y su caída libre por el tubo digestivo es similar al factor ruido producido por el agua (manantial, rio, ola, grifo) para desencadenar el deseo imperioso y a veces el factor tiempo nos juega una mala pasada. En personas con incontinencia urinaria es efecto multiplicador todo lo comentado, debiendo tomar las medidas al respecto (médicas, físicas y de protección).