Solicita que los bancos con fondos aportados por el Estado y por el BCE concedan créditos a clientes solventes

La falta de liquidez es la razón esgrimida en los círculos financieros ante la escasa concesión de créditos. Sin embargo, la aportación de fondos por parte del Estado y del Banco Central Europeo (más de 350.000 millones de euros), ha venido a restar fuerza y credibilidad a esta teoría.

 

Las entidades financieras emplean los fondos recibidos para invertir en deuda pública, una opción que se les antoja mucho más sencilla y rentable.

 

Esta opción, adoptada de manera unánime por todas las instituciones financieras, les permite mantener su posición en otros sectores de su actividad, tales como  depósitos, cobros y pagos, gestión de fondos, etc., evitando la necesaria competencia en el mercado.

 

En este contexto la recuperación de un mercado competitivo entre entidades constituye la única posibilidad para recuperar un sector marcado por la inmovilidad.

 

En un momento como el actual, en el que la mayoría de los sectores están más preocupados por su supervivencia que por su crecimiento, la comodidad en la que parece haberse asentado el sector financiero  perjudica a otras actividades económicas, empeorando sensiblemente su capacidad de supervivencia y, al mismo tiempo, agravando su propia situación. Esta posición restrictiva acaba originando un círculo vicioso: en un primer momento provoca desaparición de empresas y, con ellas, de empleos; como consecuencia de ello, se incrementan la morosidad y la insolvencia, y ambas a su vez acentúan la problemática de las instituciones financieras.

 

Las teorías más optimistas consideran que, con el tiempo, el mercado terminará “autonormalizándose”. Sin embargo, no parece que las entidades estén dispuestas a abandonar de “motu propio” la comodidad en la que, como consecuencia de la crisis, parecen haberse instalado en los últimos tiempos.

 

Es evidente que se necesita romper esta tendencia. Para ello, ADECES considera que han de ser las entidades intervenidas y controladas por el Estado, y en un segundo momento las demás entidades receptoras de fondos públicos quienes protagonicen el cambio de tendencia. La ayuda que en su día se les prestó debe servir para activar el mercado del crédito.

 

El camino no parece muy complicado: hay entidades financieras que requieren fondos públicos para poder salvarse, fondos que es necesario facilitarles si de lo que se trata es de evitar males mayores. Pues bien, una vez “salvadas”, hay que valerse de sus servicios en lugar de venderlas a precio de saldo a otras entidades.

 

Así pues, son las entidades intervenidas las que han de dar el primer paso. No se trata de que permanezcan en el sector público para siempre, sino de que sean instrumentos para incentivar la competencia en esta actividad. De este modo, devolverán a la sociedad el sacrificio que en su día llevó a cabo saneándolas.

Con el tiempo, una vez consolidado el cambio y, sobre todo, sin prisas, llegará el momento de recuperar parte de los fondos invertidos mediante una venta posterior.

 

El sacrificio que tendrá que realizar la sociedad para llevar a cabo este proyecto es prácticamente nulo y, sin embargo, los resultados serán probablemente mejores que los obtenidos con la venta de entidades llevada a cabo en la actualidad. Venta que, tal  y como está estipulado, debe contar con la garantía de más fondos públicos si la operación no resulta rentable para el comprador.

 

Para más información: Carmen Rodríguez 914667051-655319004

www.adeces.org