Durante los años 2005 hasta los primeros meses de 2007 era frecuente la utilización del término 'goldilocks economy' para referirse a la situación económica del momento: crecimiento económico estable, con baja inflación, bajos tipos de interés y facilidad de acceso al crédito.
Parecía como si los ciclos económicos fueran historia y la fase de crecimiento económico vivida en aquellos momentos fuera a durar eternamente. Ahora ocurre lo contrario. En aquellos países como España, Portugal, Italia o Grecia, con una necesidad imperiosa de desendeudamiento o desapalancamiento de la economía, no se ve el fin del círculo vicioso: necesidad de reducir deuda; menor consumo e inversión; menor crecimiento económico; mayor dificultad para reducir el déficit público que a su vez aumenta el nivel de deuda. No es la primera vez en la historia que se produce una crisis financiera tras una burbuja de crédito que desencadena un periodo de desapalancamiento o desendeudamiento. Analizando los procesos de desapalancamiento históricos se puede aprender de ellos y minimizar el sufrimiento que dichos procesos acarrean a la población que los sufre. Recientemente se han publicado dos estudios sobre la materia de los que se pueden extraer conclusiones útiles: uno elaborado por Bridgewater y otro realizado por McKinsey. Una vez estalla la burbuja de crédito y se produce la crisis financiera y la consecuente necesidad de desendeudamiento se pueden seguir dos caminos: 1. El seguido por los países nórdicos (Suecia y Finlandia) en la década de los 90 . 2. El seguido por Japón tras el estallido de su burbuja inmobiliaria y financiera en 1989. Los países nórdicos acometieron la reestructuración de sus bancos de forma rápida, recapitalizando algunos y nacionalizando otros. El rápido saneamiento de los balances bancarios permitió una rápida recuperación de la concesión de créditos tras un periodo de desapalancamiento. Por el contrario , Japón se negó a sanear sus bancos dando lugar a entidades "zombies", sin que dos décadas después se pueda considerar que el proceso de reestructuración de su sistema financiero ha finalizado. La actual reforma del sistema financiero español será exitosa en la medida en que consiga sanear los balances de las entidades más débiles. Para ello será preciso que las entidades más débiles sean absorbidas por las entidades más grandes y solventes, o que en caso contrario cierren, evento altamente improbable. Tanto Finlandia como Suecia mostraron al inicio de los años 90 una determinación clara de afrontar el problema de la deuda pública creciente. En Suecia, el gobierno socialdemócrata que ganó las elecciones en 1994, fue capaz de eliminar el déficit público en apenas cuatro años. Suecia consiguió reducir su deuda a casi la mitad en apenas una década (hasta el 45% del PIB). Estas medidas estuvieron acompañadas de amplias reformas estructurales que a su vez le permitieron un considerable incremento de sus exportaciones. Japón, por el contrario, no acometió reforma estructural alguna, y su nivel de deuda pasó del 400% de su PIB al 500% actual. Como consecuencia su economía ha padecido dos décadas de deflación y escaso crecimiento. La actual fase de contracción económica pasará. Los ciclos económicos no han muerto. Aunque cada caso histórico es distinto y las circunstancias difieren, la salida de la crisis será más rápida y menos dolorosa si realmente hay voluntad de acometer en profundidad las reformas económicas apenas iniciadas y éstas no dependen de los resultados de la siguiente convocatoria electoral. De España depende seguir el camino de los países nórdicos o perpetuarnos en una situación de estancamiento a la japonesa, pero con cinco millones de parados y un menor nivel de vida. Artículo publicado en Renta 4