Los conflictos entre las comunidades étnicas en Likuangole y otras zonas de la región de Jonglei, en Sudàn del Sur, dejan màs de 2.000 personas muertas y cerca de 250.000 desplazados internos, en su mayoría mujeres y niños desaparecidos.
Unni Krishnan, Director de Emergencias de PLAN International desplazado al terreno, describe un escenario habitual en estos últimos días en los que llama la atención el aumento de niños desaparecidos: “Las casas están totalmente quemadas. Hay 40º a la sombra. No hay agua ni comida y la gente no tiene donde resguardarse. En medio del caos, muchos niños están desamparados y se les encuentra deambulando solos y llorando” explica Krishnan.
Los enfrentamientos entre los Lou Nuer y los Murle por la propiedad del ganado han ido escalando en violencia y hoy son uno de los principales desafíos para la estabilidad en este nuevo país.
En Likuangole, uno de los pueblos más afectados no existe agua corriente y la electricidad está limitada a tres horas al día. Desde PLAN se trabaja en la reunificación y en la creación de espacios de seguridad para los más pequeños, muchos de ellos niños desaparecidos, huérfanos, abandonados que no tienen dónde dormir ni qué comer.
Como en cada situación de conflicto los desplazamientos internos y las muertes dejan desprotegidos a los más débiles, en muchos casos niños desaparecidos que deambulan por las calles desprotegidos y que han perdido el contacto con sus padres como consecuencia de las movilizaciones.
PLAN es una de las primeras organizaciones internacionales que está distribuyendo ayuda alimentaria entre los afectados, en su mayoría mujeres y niños desaparecidos, huérfanos o abandonados.
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