Así se desprende de un análisis basado en datos del Banco de España elaborado por la consultora AIS Group, especialista en la aplicación de técnicas de inteligencia artificial a la gestión del riesgo de crédito
La llegada del coronavirus y la epidemia de ERTES que ha originado, ha provocado la reducción de casi un tercio del importe total de las nuevas operaciones de crédito que formalizan las familias. Si bien en el periodo comprendido entre marzo y mayo de 2019 alcanzaba los 25.899 millones de euros, se ha quedado en apenas 17.700 millones en los mismos meses de 2020. Un descenso de un 31,7%. Así se desprende de un análisis basado en datos del Banco de España elaborado por la consultora AIS Group, especialista en la aplicación de técnicas de inteligencia artificial a la gestión del riesgo de crédito.
En una situación como la actual con tanta incertidumbre, afirma José Manuel Aguirre, economista y director comercial de AIS Group, “es normal que muchas de familias hayan pospuesto e incluso suspendido decisiones que implicaban una financiación como la compra de una vivienda, un coche, un electrodoméstico, reformas, etc.”
Y esto se nota en las cifras. Considerando sólo el crédito al consumo, la caída de las nuevas operaciones entre marzo y mayo representa el 58% respecto al mismo periodo del año anterior. Abril ha sido el mes que ha acusado el frenazo más destacado. De los 2.841 millones de euros que se concedieron en 2019, se pasó a los sólo 626 millones de 2020. Un descenso del 78%.
En cuanto al crédito a la vivienda, la rebaja en las nuevas operaciones entre marzo y mayo se sitúa en el 33%. Nuevamente el mes de abril ha sido en el que mayor descenso ha experimentado. Comparando los importes de las operaciones formalizadas en ese mes de los dos últimos años, se observa que caen a la mitad, de 3.850 a 1.902 millones de euros.
La actividad crediticia es cíclica por naturaleza y por su vinculación directa con el nivel de actividad económica. Cuando el nivel de la economía va en aumento, generalmente el nivel de crédito, tanto a personas como a empresas, también crece. Sin embargo, en el escenario actual se observa que las familias han paralizado la toma de nuevos créditos, mientras que las empresas se han visto prácticamente abocadas a endeudarse para poder subsistir.
Ante esta realidad, ¿en qué deberían concentrarse las entidades financieras? “Uno de los temas clave es la calidad de las carteras-indica Aguirre-. El riesgo requiere de diferentes montos de capital tanto desde el punto de vista regulatorio como el de gestión. A peor calidad de carteras de crédito o de inversión, mayores requerimientos de capital. Y la situación actual nos lleva a pensar que la morosidad tenderá a crecer en los próximos tiempos, poniendo en riesgo esa calidad”.
¿Qué se puede hacer ante esto? Anticiparse lo máximo posible puede resultar fundamental, dice el economista. Es determinante ser capaz de simular distintos escenarios para ver la afectación sobre provisiones y tomar las mejores decisiones. Con este fin, AIS Group está poniendo al servicio de las entidades financieras AIS FinRisk, una herramienta que permite calcular los requerimientos de capital de sus carteras de crédito y mercado, así como el riesgo operacional, que requerirían las distintas hipótesis de actividad económica futura.
Es decir, facilita el estresar las carteras en escenarios futuros plausibles o extremos y así ayudar a la toma de decisiones estratégicas.
Y esto en pocos minutos, ya que una vez instalada la herramienta el ejercicio de stress es muy rápido. Esto posibilita a las entidades destinar mucho más tiempo al análisis en lugar de dedicarlo a hacer cuadrar infinitas hojas de cálculo, comenta Aguirre.
AIS FinRisk se utiliza también para la planificación y distribución de las carteras de créditos (asset allocation) en función del nivel de rentabilidad esperada y de los diferentes escenarios macroeconómicos previstos por la entidad.
En resumen, en las entidades donde se ha instalado esta herramienta el éxito ha sido poder dedicar tiempo al análisis y toma de decisiones en lugar de la construcción artesanal y a veces poco exacta de unos cálculos que en definitiva determinan inversiones cruciales como son los niveles de capital requeridos por una entidad financiera. Esto es especialmente relevante para preservar al máximo la calidad de las carteras en un momento como el actual plagado de incógnitas e incertidumbre.