Los prejuicios sobre los millennials que ocupan puestos directivos se deben a la falta de conocimiento sobre las nuevas tecnologías, las formas de trabajar y cómo los jóvenes gestionan los actuales retos

La llegada de los millennials a los puestos directivos de las empresas está transformando las relaciones laborales en el seno de las compañías. Lo que antes era algo casi impensable, como tener un jefe de menor edad, ahora es una realidad. La digitalización y los nuevos perfiles de trabajo surgidos a partir de la introducción de las TIC en la actividad empresarial favorecen que los profesionales jóvenes con habilidades tecnológicas asciendan y dirijan equipos con empleados mayores que ellos.

Esta situación ya la viven 2 de cada 10 empleados en nuestro país. El cambio generacional en los puestos directivos está favoreciendo que las entidades más tradicionales salgan poco a poco de su área de confort, volcándose en la gestión del cambio, especialmente por su gran conocimiento de las TIC y de nuevas tendencias. Además, los departamentos liderados por profesionales jóvenes tienden a poner en práctica nuevas técnicas de trabajo, son flexibles a la hora de afrontar múltiples tareas y aportan más a la empresa desde el punto de vista de la digitalización.

Los millennials se caracterizan por ser un grupo poblacional enormemente preparado, con experiencia y estudios. Están revolucionado los departamentos directivos con ansias de diversificar, cambiar la dinámica de trabajo e introducir transformaciones sustanciales. Sin embargo, los empleados no siempre tienen una buena percepción de un jefe más joven. Su menor experiencia lleva a algunos empleados a considerar que no cuentan con la madurez necesaria para desempeñar funciones organizativas.

Conocer cómo trabajan los millennials y saber gestionar con ellos las relaciones en el trabajo es fundamental para adaptarse a esta nueva realidad y contribuir al buen funcionamiento de la compañía. Los expertos de The Valley han analizado las claves:

Adaptación al mundo digital:

El empleado ha de formarse en las nuevas tecnologías, experimentarlas e integrarlas en su actividad laboral. Esto implica estar abierto al cambio que implican los nuevos tiempos. Además, los dispositivos digitales han transformado la comunicación en el seno de las compañías y se han convertido en instrumentos necesarios para relacionarse con el jefe. En este sentido, la formación en las TIC es fundamental y permite sacar el máximo partido a estos nuevos instrumentos.

La mentoría cruzada favorece el trabajo en equipo:

Compartir con el jefe la experiencia propia no solo permite que el aprendizaje sea recíproco, sino que mejora las relaciones laborales y los resultados. Por ello, es importante que el empleado sea proactivo y aporte consejos. Cualquier jefe valora la ayuda de un colaborador y un millennial, también. Eso sí, hay que ser flexibles y comprensivos ya que, aunque pidan ayuda de manera estratégica, no siempre tienen porqué seguirla al pie de la letra.

Los resultados son la principal unidad de medición del trabajo:

Los jefes más jóvenes tienden a valorar el trabajo tomando como referencia los resultados, en lugar de las horas de trabajo. De hecho, las nuevas medidas de conciliación de la vida personal y laboral de los empleados, como el teletrabajo, a veces eliminan la variable tiempo. Esto supone, a la vez, una gran oportunidad para fijarse uno mismo los horarios y una mayor responsabilidad de cara a obtener los resultados fijados.

Las técnicas multi-tasking se han convertido en una nueva exigencia:

Ya no solo vale con dominar una actividad concreta en el trabajo. La digitalización y la llegada a los puestos directivos de sus abanderados, los millennials, conllevan la diversificación de tareas de los empleados. Es por ello, que los cursos de formación y la disposición ante los nuevos métodos educativos se han convertido en aspectos fundamentales en las nuevas formas de trabajo.