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Los coches voladores ya existen

El Airbus revolucionará el mercado con su nuevo vehículo volador. El vehículo no ha salido a la luz todavía porque se mantiene en secreto. Aun no se sabe cuando se optará por este tipo de automóvil

Publicado en el en Internacional, Finanzas, Telecomunicaciones, Cine, Literatura, Automovilismo, Industria Automotriz por

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Airbus recientemente ha anunciado públicamente que va a sacar al mercado un nuevo y revolucionario medio de transporte. No habiendo trascendido nada hasta la fecha, y dado lo disruptivo del nuevo vehículo, a buen seguro que este proyecto ha sido llevado por el gigante europeo en el más estricto de los secretos.

Sin duda, el nuevo medio de transporte va a significar un antes y un después en lo que a movilidad personal se refiere, llevando hasta nuevas cotas la autonomía, rapidez, versatilidad y las nuevas posibilidades que brindará a los ciudadanos. No hay duda de que, con esta noticia, el conglomerado aeroespacial europeo ha hecho historia, y trae el progreso hasta la puerta misma de nuestros hogares.

De nuevo un invento concebido por la ciencia-ficción
El visionario género literario y cinematrográfico estadounidense, a menudo anticipa revolucionarios inventos que el futuro y el progreso acaban por traer. Y no se niega ningún mérito al respecto, aunque también es cierto que posteriormente la realidad acaba casi siempre superando a la ficción. El caso del vehículo de Airbus, superará las expectativas de los ciudadanos, y lo que es seguro es que revolucionará el mundo, cambiándolo totalmente tal y como se conoce hoy en día.

En las derivadas de esta revolución, y en todas las innovaciones que este nuevo medio de transporte traerá , será en lo que la realidad del futuro superará a la ficción del pasado y el presente. Para hacernos una idea, por poner un ejemplo de lo que significó para algunos el internet en los noventa. Efectivamente, algunos soñábamos ya en aquellos años con un dispositivo móvil para navegar por el incipiente internet con movilidad.

Este sueño de futuro tenía lugar con una concepción infinitamente más limitada que lo que luego internet a acabado significando para todos. Básicamente, Se pueden entrever algunos de los avances que Airbus va a traernos de la mano, pero es imposible que podamos tratar de conocer el alcance real de semejante producto.

A estas alturas del post, estarán preguntándose ya ustedes qué demonios será ese revolucionario medio de transporte. Este invento se ha podido ver en futuristas películas como Blade Runner, El Quinto Elemento, o en tantas otras obras visionarias del género de ciencia-ficción.

Lo que se sabe del nuevo invento de Airbus
Como pueden leer en la nota de prensa de Airbus de este link y en el breve artículo que publicó al respecto el diario La Vanguardia, el disruptivo vehículo en cuestión es un coche volador. Sí, así de simple y así de disruptor. Seguramente ahora se estén diciendo a sí mismos que en realidad no es para tanto, y seguramente en ello influye lo habituados que estamos ya a ver coches voladores en las cintas cinematográficas. Pero no les vamos a dejar con ese sabor de boca de frustración. Lo realmente disruptivo del anuncio es la fecha en la que está previsto este lanzamiento. 2017. Ni más ni menos. Sí, no vuelvan la vista atrás para leer de nuevo la fecha. Se la escribo yo otra vez: 2017.

Según nos relatan los links anteriores, este coche volador estará más cerca de los helicópteros que de los aviones, y el presidente del grupo Airbus, Tom Enders, dimensionó la nueva revolución que viene a tres ámbitos principales: electrificación abanderada por la compañía Tesla de Elon Musk, la tecnología de coches autónomos liderada por Google, y el concepto de servicio colaborativo concebido por Uber. En palabras del propio Enders, Airbus controla "la casi totalidad de las tecnologías necesarias" para el desarrollo de estos "vehículos aéreos autónomos", entre las cuales destacan la miniaturización, la inteligencia artificial, la conectividad o las citadas baterías eléctricas.

El análisis que no aspira a superar a la realidad que vendrá
En primer lugar, hay que decir que efectivamente que se trate de un vehículo autónomo hace ganar realismo operativo al nuevo producto de Airbus. No menosprecio la capacidad de la sociedad de convertirnos a todos en pilotos, al igual que ya nos convirtió a todos en conductores, pero que este vehículo llegue en un momento en el que las tecnologías de conducción autónoma están alcanzando un estadio inicial de madurez, es un importante punto a favor. Eso sí, no cuenten con que ya está todo implementado en este campo. Recuerden que una cosa es un vehículo autónomo y su correspondiente sistema de navegación diseñado para las dos dimensiones del transporte terrestre, y otra cosa muy distinta es añadir el reto de una tercera dimensión a las ecuaciones del modelo de conducción autónoma de Google. Sin duda hay mucho que innovar por delante en este aspecto, pero la base está ahí y tenemos ya mucho terreno ganado.

Respecto a los cambios que Airbus introducirá en nuestro mundo, uno de los más inmediatos será que este nuevo vehículo contribuirá sensiblemente a la mejora de la fluidez del trafico. No le den muchas vueltas al asunto. Es pura matemática. Añadir una tercera dimensión incrementa el volumen efectivo de espacio susceptible de albergar vehículos y tráfico, con lo cual los embotellamientos deberían aliviarse, puesto que las vías aéreas tridimensionales podrán absorber mucho más flujo que las carreteras bidimensionales. Este punto es especialmente importante en el caso las megalópolis de millones de habitantes. Como muestra de ello está el hecho de que son precisamente algunas de las urbes más grandes del planeta las que ya han manifestado su intención de analizar la posiblidad de crear pasillos aéreos para este nuevo medio de transporte. Entre ellas se cuentan Singapur, Sao Paulo y Tokio.

Por otro lado, analizando detalles más operativos, es de esperar que en estos pasillos aéreos se definan distintas capas superpuestas una encima de otras, y en las cuales el rasgo distintivo debería ser la velocidad a la que circulan los vehículos por ellas: si todos los vehículos voladores circulan a un velocidad similar, la gestión del tráfico aéreo se simplifica, y los riesgos de conflicto o accidente disminuyen. Pero una posible complicación al respecto será sin duda que estos coches voladores no van a ser el único vehículo aéreo ahí arriba.

Estos vehículos deberán compartir espacio y regulaciones con los drones, puesto que la potencial ubicuidad de ambos vehículos hará que gigantes como Amazon y sus drones repartidores deberán coordinarse de alguna manera con el resto del numeroso parque aéreo. De hecho, de nuevo el futuro corre más que nuestra percepción del mismo, y, como pueden leer en esta reciente noticia, Amazon ya ha lanzado en Reino Unido su servicio de reparto con drones.

En relación también con el análisis más operativo, posiblemente no habrá controladores específicos para gestionar el tráfico aéreo de estas mini-aeronaves, al menos no con la concepcion actual de los mismos. Esto debería ser así porque la densidad de vehiculos en vuelo que se alcanzará en muchas zonas hará imposible su monitorizacion y gestión individualizada, al contrario de como ocurre mayormente en la actualidad con las aeronaves y los centros de control aéreo. Pero sin duda, por haber, algún tipo de controladores deberá haber, por lo que debemos pensar en que emergerá un nuevo concepto de control y regulación aérea, que posiblemente estará más cerca del Big Data y la Inteligencia Artificial que de otra cosa. Es la única forma en que se podrá gestionar con eficiencia y seguridad el auténtico enjambre de vehículos voladores que poblará los cielos de nuestras ciudades y vías aéreas. En realidad, un vehículo autónomo en cierta forma ya es una parte precursora de este nuevo concepto. No duden de que, antes de iniciar la marcha, algunos se encomendarán a San Google y sus futuros algoritmos de vuelo autónomo.

Las repercusiones más directas para la economía
Poco tenemos que añadir en este análisis sobre las consecuencias más evidentes de este invento, porque ustedes ya serán capaces de entreverlas por sí mismos: incremento de la flexibilidad en la movilidad de trabajadores y consumidores, menor tiempo de desplazamiento por menores congestiones y por poder volar en línea recta a su destino, eficiencia en el consumo energético de las flotas de transporte, y asi hasta un largo etcétera. Las repercusiones económicas de todo ello es que los trabajadores y consumidores dispondrán de más tiempo para dedicar a su vida personal y profesional, así como mayores recursos económicos para ahorrar o consumir, pero la mayor eficiencia energética también redundará en beneficio del planeta, la flexibilidad y mayor facilidad de transporte aumentará los desplazamientos y por lo tanto el turismo (especialmente relevante para una potencia turística mundial como es España), y a buen seguro que a ustedes se les ocurrrán unas cuantas más repercusiones que espero compartan con nosotros en los comentarios.

Por otro lado, un sector que evidentemente se va a ver afectado por esta nueva revolución es el sector aéreo actual. Dado el aparente impacto que va a tener aquí, en este análisis no puede faltar entrar al detalle de las repercusiones para los jugadores de este sector. Las actuales aerolíneas deberán abordar una necesaria transformación para adaptarse al nuevo y disruptivo escenario. Pero lo que a primera vista podría resultar un futuro con negros augurios para el estas compañías, si lo analizan con más detalle, no va a resultar tan impactante. En primer lugar, tenemos que, especialmente en países como España, las aerolíneas ya se han enfrentado en el corto (e incluso medio) radio a la competencia de la alta velocidad ferroviaria.

Es cierto que se puede pensar que el nuevo vehículo de Airbus va a ampliar considerablemente el espectro de usuarios que van a dejar de volar comercialmente el corto y medio radio, porque el avión comercial te lleva a una capital, y el coche volador te lleva de puerta a puerta, sin embarques ni esperas, y saliendo a la hora qué más le conviene a cada viajero. Pero en la práctica la verdad es que la alta velocidad ferroviaria ya ha hecho prácticamente desaparecer las conexiones aéreas del corto radio, dejándolas con el cliente nicho del viajero que va posteriormente al hub de vuelos europeos o intercontinentales a volar más lejos. Y realmente, con los billetes intermodales, incluso este tipo de viajeros están pasándose al AVE. Por lo tanto, tenemos que en el corto radio, el impacto para el sector aéreo comercial no va a ir más allá de lo que ya ha sufrido en los últimos años.

Por otro lado, también hay que tener en cuenta que probablemente, y aún durante muchas décadas, el largo radio aéreo va a seguir siendo un mercado rentable para las aerolíneas. Pensar en que en los próximos años vamos a poder volar con comodidad y eficiencia a Tokio en nuestro propio coche volador parece poco realista. No debemos pasar por alto que, con las tecnologías actuales, tanto la autonomía como la capacidad de propulsión de los motores de un pequeño vehículo volador como el de Airbus no van a ser equiparables a las de una gran aeronave. Ello implica unos tiempos de desplazamieno que no van a ser en absoluto asequibles para el viajero del largo radio, y tal vez incluso tampoco para el del medio radio. Por ello, el hueco de mercado que la alta velocidad deja intacto para las aerolíneas parece que va a seguir siendo rentable durante unas cuántas décadas.

Otra cosa muy distinta es el impacto para el sector ferroviario. Ahí si que pueden ustedes dar rienda suelta a sus predicciones más negramente agoreras, puesto que el nuevo medio de transporte va a empujar al sector ferroviario a una obsolescencia casi inevitable. Algo especialmente dramático para un estado como el español que se ha volcado en costosas inversiones de infraestructura ferroviaria de alta velocidad, a las que ahora el siempre imprevisible futuro puede acabar poniendo en entredicho respecto a su futura rentabilidad.

Y otras repercusiones macroeconómicas menos evidentes
Pero hay además una importante repercusión macroeconómica en la que me gustaría detenerme con un poco más de detalle por sus importantes implicaciones para los estados, y por lo tanto para los ciudadanos y contribuyentes. El nuevo medio de transporte, si se dan ustedes cuenta, tiene la gran ventaja de que, superando en este sentido ampliamente tanto a los trenes como a las grandes aeronaves, no requiere de grandes inversiones por parte de los estados. Tampoco conlleva grandes gastos de mantenimiento de infraestructuras. Dado que este nuevo vehículo es capaz de despegar y aterrizar fácilmente desde prácticamente cualquier emplazamiento, no se requiere mayormente ni la construcción de faraónicas terminales aeroportuarias, ni de terminales ferroviarias, ni de vías de alta velocidad, ni siquiera se requiere la construcción de carreteras y menos hacerse cargo de su posterior y costoso mantenimiento, ni prácticamente se requiere para el nuevo medio de transporte apenas nada más que algo de personal y sistemas equiparables en funciones al colectivo de los controladores de hoy en día.

Este factor de las infraestructuras, junto con el de la eficiencia energética y la eficiencia en los tiempos de un desplazamiento en línea recta, posíblemente sean los catalizadores de cambio más potentes que este nuevo medio de transporte va a traer al conjunto de los estados y las macroeconomías.

El largo camino que queda por delante
Pero espero que, tras leer este artículo, no cuenten ustedes con salir en su propio coche literalmente volando para pasar el próximo puente de la Constitución de 2017. Ya saben cómo funcionan las economías de escala y el capitalismo. Veremos muchos años en los que este revolucionario invento conllevará un coste final demasiado elevado para el común de los bolsillos de los ciudadanos. Como casi todos los avances tecnológicos, incialmente estará al alcance tan sólo de unos pocos privilegiados. Pero ya sabemos perfectamente que, posteriormente, los costes de producción irán bajando, el mercado se irá expandiendo, y al final su uso se convertirá en algo generalizado.

Me despido de ustedes por hoy aclarándoles que este análisis no tiene la pretensión de predecir el futuro que viene, sino tan sólo de aventurarse a imaginarlo someramente. Está más que asumido que estas líneas no van a estar ni de lejos a la altura de la realidad que asoma en el horizonte, y que, efectivamente, una vez más será la realidad la que superará a la ficción y a nuestra imaginación. Pero una cosa es cierta, con este disruptivo vehículo, Airbus ha tomado estratégicamente la delantera a la competencia, demostrando una excelente visión de futuro y una envidiable capacidad de innovación. Es uno de los mejores ejemplos que he encontrado en los últimos años para sacar a relucir esa famosa frase atribuída al informático estadounidense Alan Kay, que allá por 1972 dijo que "La mejor forma de predecir el futuro es inventarlo". Sin duda, con este anuncio, Airbus ha inventado un nuevo y apasionante futuro.

La noticia Los coches voladores no son fantasía: así cambiarán la economía fue publicada originalmente en El Blog Salmón por DerBlaueMond .

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