Según el libro "Entre la espada y la cruz", los romanos utilizaban a Jesús y a sus seguidores como peones contra la jerarquía del Templo de Jerusalen, a la consideraban una competencia desleal en su propósito de apoderarse de las riquezas de Judea. Sin un protector poderoso, hubiera imposible que un puñado de hombres con creencias contrarias a las de la mayoría de los judíos pudieran sobrevivir y extenderse. Esto cambia de manera radical la manera en que se comprenden los inicios del cristianismo.