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"Todos los nombres tienen un significado" en los cómics de Astérix, asegura el autor del diccionario, el periodista Tomás Crespo

Astérix es, sin exagerar, uno de los mayores símbolos de la cultura francesa y europea. El personaje nació un 29 de octubre de 1959, de la mente del guionista René Goscinny y la mano del dibujante Albert Uderzo, en las páginas del número 1 de la revista Pilote, que ambos habían fundado junto a otros autores.

60 años después, el resultado de meses de lectura, recopilación y redacción es finalmente El diccionario de Astérix, publicado recientemente por Editorial California. El libro contiene casi un millar de entradas, unas 950 definiciones que lo que han intentado es dar cuenta de la enorme riqueza y la gran erudición, sobre todo en lo referente a las cuestiones del lenguaje, que contienen las aventuras del pequeño galo.

Su autor, el periodista Tomás Crespo, tuvo la idea de elaborar el diccionario en su más tierna infancia, cuando leía con fruición los libros de Astérix. Muchos años después, sus aventuras le siguen divirtiendo porque “lo increíble de los cómics de Astérix son sus múltiples niveles de lectura”, asegura. “A los más pequeños les gustan los dibujos y la aventura en sí. Y los mayores se fijan más en los rebuscados juegos de palabras (sobre todo en los libros que escribió Goscinny), en las innumerables referencias históricas que contienen, y en las caricaturas de personajes famosos”.

El formato de diccionario fue el escogido por el autor porque “en las aventuras de Astérix, todos los nombres tienen un significado, sobre todo en el original francés. Y todo es todo: los nombres de los personajes, pero también los de lugares como los campos fortificados romanos, como Aquarium (evidente) o Laudanum (el láudano es una antigua medicina opiácea)”.

También es muy divertida la regla que se impusieron los autores de que, según su nacionalidad, los nombres de los personajes tengan siempre la misma terminación: los galos acaban todos en “ix” como Astérix, los romanos en “us” como Caius Bonus, los egipcios en “is” como Numerobis, los bretones en “ax” como Jolitorax (que quiere decir “bonito tórax” en francés), etc.

Lo que se propone El diccionario de Astérix es explicar el significado de todos estos nombres y lugares, pero también de otros conceptos que se citan en los libros, desde la poción mágica que les hace invencibles o las diferentes tribus que corrían por Europa en esos tiempos, hasta ciudades como Lutecia (la actual París) o Hispalis (Sevilla), o naturalmente, los personajes reales que aparecen en las aventuras, como Julio César, Cleopatra o su hijo Cesarión.

“El aficionado a las aventuras de Astérix puede leer El diccionario de Astérix si se anima por orden alfabético -desde Abraracourcix hasta Zurix- o si lo prefiere de forma desordenada, como obra de consulta”, asegura Tomás Crespo. “Lo importante es que lo disfrute, y también que aproveche la ocasión para aprender muchos datos curiosos, no siempre muy conocidos, sobre cómo era el mundo en los alrededores del año 50 a.C., cuando toda la Galia estaba ocupada por los romanos. ¿Toda? ¡No!”

Tomás Crespo (Annecy, Francia, 1978) Licenciado en Comunicación Audiovisual y Periodismo, amante de las letras, el cine, los cómics y la música, trabaja en la agencia de comunicación y marketing edeon.net y es el responsable del blog “Bailar sobre arquitectura”. Tras publicar varios libros sobre cine y música, El diccionario de Astérix es su primera aproximación al mundo del cómic.