La escritura es un trabajo paciente, de orfebre que implica, además de conocer la letra, tejer con ella una estructura compleja que de sentido a una historia. Por desgracia, por deformidad o por ignorancia, la mayoría de los escribientes creen que la lengua, en sentido amplio, carece de sentido y hasta es posible desconocerla. Esta característica no solo se percibe en las faltas ortográficas o a la equivocación de significado de ciertas palabras, sino en la construcción de un mensaje: la lengua, el sentido amplio, construye significados y es eso lo primero que llama la atención de la obra de Rita Tapia Oregui, Entrevista: el intento de descifrar hasta qué punto las palabras construyen, o limitan, nuestra identidad.
En ese sentido, Entrevista (Editorial Falsaria) es una novela compleja, de corte experimental que exige al lector concentración, orden y proyección para no perderse nada de lo que realmente la autora nos está diciendo. Entrevista es, de algún modo, la antinovela moderna pese a estar estructurada, como El Quijote, La Iliada o el Ulises, a través de un viaje de autodescubrimiento que el lector acompañará sin complejos hasta el desenlace final.
Ese viaje iniciático lo produce una joven mujer española, con estudios universitarios que, debido a la crisis económica, emigra a Alemania con su pareja en busca de un futuro. Allí, como tantos otros, se topa con serias dificultades para encontrar un trabajo cualificado. En ese contexto de desesperación, la mujer abandona a su pareja para emprender un viaje hacia el norte, más precisamente a la costa del Mar Báltico, al que atribuye, a la sombra del ámbar, un poder mágico: la capacidad de curar las heridas.
A partir de allí, sin embargo, comienza el recorrido hacia su propio interior, escenificado, como no puede ser de otra manera, junto a personajes variopintos que la acompañarán hasta el final del camino. En ese viaje hacia uno mismo, la protagonista terminará frente a las mismas aguas que Narciso, absorta e incapaz de apartarse de su imagen, con la sensación de que las heridas no siempre se ahogan en el agua.
