En los últimos meses se han llevado a cabo ya pruebas «realistas» en Alemania, en la llamada Autopista A9, para las llamadas comunicaciones vehículo-a-vehículo (V2V). En estas pruebas, la que empresas de tecnología y la automoción como Deutsche Telekom, Nokia, Fraunhofer ESK y Continental han puesto a rodar este tipo de equipamiento junto con la infraestructura de comunicaciones necesaria para que todo funcione.
El problema con la tecnología actual, como el 4G con que cuentan los teléfonos inteligentes, es que aunque son rápidos, tienen tiempos de respuesta insuficientes. Una característica denominada técnicamente latencia es lo que en la práctica hace que comenzar una comunicación no sea instantáneo – el efecto más conocido es el retardo y confusión que provoca en algunos videojuegos. Los nuevos estándares de comunicaciones, como el LTE, el 802.11p o lo que genéricamente se está dando en llamar 5G o quinta generación persiguen solucionar esto.
Los valores exactos varían mucho, pero la frontera crítica ronda los 20 milisegundos de latencia, tiempo a partir del cual se pueden ejecutar acciones eficientes ante una señal, por ejemplo un aviso de frenada de otro vehículo. Las latencias de las redes actuales intentan bajar de esos 20 ms, pero no siempre es posible, de hecho es más normal que estén en el entorno de los 100 ms aunque teóricamente puedan alcanzar 10 o 20 ms en ciertas ocasiones. El 5G, en cambio, está concebido de modo que su latencia es tan baja que los dispositivos –en este caso, coches, camiones o motocicletas– estarían «permanentemente conectados».
Al contar con una autopista ya equipada con este tipo de comunicaciones para los «coches que se hablan unos a otros» la industria cuenta con un excelente terreno de pruebas en el que poner a rodar todas sus ideas y todos sus equipos.