En mi opinión, creo que las empresas sin jefes sólo ocurren en contados ámbitos, como, por ejemplo, en Valve o Gore-Tex. Más que nada, porque, para empezar, una empresa “sin” jefes no surge de la nada y la crea algún emprendedor que se acaba convirtiendo en el jefe y supervisa resultados. Por el bien de cualquier organización, alguien tiene que tener la capacidad y la autoridad para tomar decisiones y, además, debe hacerlo inspirando liderazgo. Otro motivo es que también hay absentismo laboral y, por tanto, el trabajo debe ser fácilmente medible para que se sepa lo que hace cada trabajador (que debe estar en sintonía con los valores de la empresa) y poder exigirles en mayor o menor medida en función de su rendimiento.
A pesar de que creo que las jerarquías son necesarias, pienso que, sin embargo, el mundo laboral sí va a ser ligeramente diferente al que hoy en día conocemos. Además de que todos los modelos de trabajo y trabajos del futuro serán colaborativos, se irán definiendo estructuras de gestión e información más abiertas, donde el equipo cuente con más información y participe en las decisiones. La mejor forma de contar con personal motivado y que se esfuerce es que sepan que están haciendo. Asimismo, se irá trabajando más por proyectos, no será necesario cumplir un horario laboral, habrá más “coworking” y más meritocracia y no tendrán porque haber empresas con presencia física. Para ratificar lo anterior, podemos ver ejemplos de cómo Virgin da vacaciones ilimitadas a sus empleados a cambio de que entreguen sus proyectos a tiempo o también cómo el Banco Mediolanum tiene más de 90.000 clientes y una oficina.
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