Aunque a un nivel mucho más modesto, entre 2002 y 2012 Alemania protagonizó un nuevo milagro, al reducir drásticamente la tasa de paro y situarla cerca del pleno empleo.
En 2002 todavía no se había conseguido gestionar laboralmente la reunificación de las dos Alemanias tras la caída del Muro de Berlín en 1989, que comportó el colapso de las empresas estatales de la antigua República Democrática.
De golpe, estas empresas perdieron como clientes a otros países comunistas y, al enfrentarse al libre mercado, mostraron su falta de competitividad.
En el proceso de privatización subsiguiente se perdieron muchos puestos de trabajo. La ex RDA, que antes aparentaba tener pleno empleo, alcanzó una tasa de paro del 19,5% en 1999, en parte debido al aumento de los costes salariales.
El canciller Gerhard Schröder nombró una comisión de expertos presidida por Peter Hartz, director de RR. HH. de Volkswagen. De las recomendaciones de esta comisión surgieron cuatro leyes.
Según el estudio "Reforma Laboral en Alemania 2002-2005", del profesor del IESE Sandalio Gómez, el objetivo subyacente a estas leyes era que el desempleado tomara conciencia de que parte de la responsabilidad de su situación residía en él y era él quien debía poner todo lo que estuviera en su mano para salir de esa situación.