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Canary Wharf es un centro financiero situado a orillas del Támesis que se empezó a desarrollar durante los años 80. No es un espacio turístico, ni cultural, pero despierta la curiosidad de los visitantes por sus modernos rascacielos y su arquitectura de alta tecnología.

En dirección Greenwich, en uno de los meandros más grandes del Támesis conocido como la isla de los perros (Isle of Dogs) se encuentran los muelles de West India que eran en el pasado uno de los puntos más importantes para el intercambio comercial en Europa. Actualmente en ese entorno se emplaza un imponente centro bancario y comercial cuyo perfil recuerda inevitablemente a la isla de Manhattan en Nueva York.

En los años 80 quedaban tan solo ruinas de los muelles que fueron fuertemente bombardeados durante la Segunda Guerra Mundial. Además habían perdido su función de enclave comercial. Sobre estos escombros comenzaron los proyectos para recuperar la zona. La idea era extender la superficie de Londres confiriendo importancia al este de la ciudad.

Canary Wharf fue llamado así por el intercambio de mercancías que se llevaba a cabo entre las Islas Canarias y los antiguos muelles. A día de hoy la silueta de este centro de negocios destaca en el horizonte londinense, ya que algunos de los rascacielos más altos de Reino Unido, que datan en su mayoría de los años 2000, están emplazados en esa isla.

El rascacielos más alto del Canary Wharf es el One Canada Tower, diseñado por el arquitecto argentino  César Pelli, autor también del hasta ahora edificio más alto de España, la Torre de Cristal en Madrid. Este rascacielos de 235 metros de altura distribuidos en 50 pisos fue construido en 1991. Su forma de obelisco coronado con una cúpula triangular de acero le convierte en un símbolo fácilmente identificable del distrito y del Londres del siglo XXI.

Otra de las estructuras arquitectónicas que cabe destacar en la zona es la estación de metro diseñada por el famoso arquitecto inglés Norman Foster. La línea de metro Jubilee es la más utilizada por los londinenses, por lo que requería una importante remodelación que aliviase la afluencia de viajeros en las horas punta. Fueron siete las estaciones reformadas y cinco, las creadas durante el desarrollo del proyecto.  Entre todas ellas, sobresale por tamaño y diseño innovador la de Canary Wharf. Este espacio diáfano constituye el epicentro del distrito con sus cúpulas azuladas de vidrio –color del metro de Londres- que durante el día filtran gran cantidad de luz natural para proveer al espacio de luz natural y durante la noche iluminan el corazón de la zona.

Canary Wharf, sede de bancos y oficinas, deja también espacios para la gastronomía y el ocio. Entre sus rascacielos se intercalan múltiples canales destinados a actividades lúdicas. A pesar de que los vecinos no se mostraron propensos a la transformación del espacio en distrito financiero, actualmente el impulso económico y el alto perfil arquitectónico del barrio han conseguido que ya no se conciba un moderno Londres sin el Canary Wharf.

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