Oscar Niemeyer es una genialidad en la arquitectura contemporánea, un enamorado de las formas curvas y de la pureza del color blanco
Mi ambición ha sido siempre reducir el soporte del edificio al mínimo. Cuanto más reducimos las estructuras de soporte, más audaz e importante es la arquitectura. Eso ha sido el trabajo de mi vida.
-Oscar Niemeyer
El arquitecto brasileño Oscar Niemeyer nació en Río de Janeiro el año 1907. Nada había en los edificios de inicios del siglo XX de las características arquitectónicas que Niemeyer diseñó años más tarde. La historia de la arquitectura contemporánea universal cambió en diciembre de hace 105 años con el nacimiento del arquitecto que esbozaría, entre otros muchos proyectos, el plano de la capital de Brasil.
Niemeyer ha sido tan longevo, como prolífico. Parecía adivinar lo largo que sería su vida cuando decidió retrasar el inicio de sus estudios arquitectónicos hasta que estuvo casado. El poeta de la curva y del hormigón armado fue muy mal estudiante, como antes lo fueron otros muchos genios de la historia.
Cuando Niemeyer se introdujo en el mundo de la arquitectura, las líneas y ángulos rectos eran la tendencia dominante. Él se rebeló, ya que se ha postulado durante toda su trayectoria profesional como un defensor de las formas arquitectónicas curvas, como la representación natural y primitiva del mundo frente la acción artificial del hombre. La naturaleza no traza líneas rectas, Niemeyer tampoco. Le atrae la curva “libre y sensual”, la curva de los paisajes montañosos y del cuerpo femenino.
La primera obra de reconocido valor internacional del arquitecto fue la iglesia de San Francisco, frente al lago de Pampulha, en Belo Horizonte, construida en 1940. Paradójico hito en su carrera, porque Niemeyer, convencido y activo comunista, era profundamente ateo. De hecho, Fidel Castro afirmó en una ocasión que ellos dos eran los únicos comunistas reales que quedaban en el mundo.
Su gran trabajo le llegaría en la década de los 60 con la proyección del diseño de la ciudad de Brasilia, joven capital de su país de nacimiento. Es uno de esos trabajos que cambian no solo el devenir de una carrera profesional, sino el de toda una nación. Sin embargo, no pudo disfrutar mucho de su éxito, puesto que un golpe de estado, poco después de terminar la construcción, le condenó al exilio.
En España también ha dejado su huella en la asturiana localidad de Avilés. A pesar de las graves dificultades económicas que atraviesa el Centro Niemeyer, el arquitecto brasileño ha regalado a la población e Avilés breves pero intensos momentos de fama cultural y arte internacional con visitas como las de Woody Allen y Jessica Lange.
Niemeyer ha vivido lo suficiente como para desarrollar la arquitectura contemporánea, contemplar su influencia en generaciones posteriores y recibir multitud de galardones en todo el mundo; muchos de los que no pudo recoger por su acentuado miedo a volar, como el Príncipe de Asturias con el que España quiso premiar la vertiginosa trayectoria del arquitecto idealista.