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El blanco templo evangélico luterano reina en la cima de una alta escalinata, presidiendo la plaza del Senado en el centro de Helsinki.

Es una catedral grandiosa y modesta al mismo tiempo. Prescinde de la ornamentación desmesurada en el exterior pero también hace alarde de poseer la colección más grande del mundo en esculturas  de zinc, los doce apóstoles. 

La capital de Finlandia es una ciudad limpia y ordenada que apuesta por la modernidad en todos los ámbitos. Espectaculares museos de arte contemporáneo y diferentes construcciones vanguardistas destacan en la estructura urbana de Helsinki, que parece ocultar todas las reminiscencias de su pasado entre relucientes edificios actuales. Sin embargo la Catedral Luterana es una marca de identidad atemporal tanto de la ciudad pasada como de la presente.

Finlandia consiguió la independencia de Rusia en 1917 como consecuencia del inicio de la Revolución Rusa y la abdicación del Gran Duque Nicolás. Así consiguieron empezar a recuperar su identidad cultural como nación, diversa a la rusa y a la sueca. Finlandia ha padecido durante su historia muchos años bajo la ocupación de los estados fronterizos de Suecia y Rusia que han marcado su devenir como país, pero que no han logrado suprimir sus señas características como población, ni su lengua. Lo que sí es cierto es que es posible discernir la diferencia entre la influencia sueca en el oeste del país y la rusa en el este, que han determinado peculiaridades en la gastronomía y las costumbres locales.

La Catedral de Helsinki se construyó entre 1830 y 1852 en honor al zar ruso Nicolás I sobre los cimientos de un pequeño templo anterior y se la conoció en un primer momento como la ‘Iglesia de San Nicolás’. El arquitecto encargado de la construcción neoclásica fue el alemán Carl Engel que ya había realizado más trabajos arquitectónicos en la ciudad y cuya obra se considera relevante para el diseño de Helsinki durante el siglo XIX. Con la llegada de la independencia de Rusia, los finlandeses hicieron suyo el último vestigio de la dominación de los zares y cambiaron el nombre al templo por el de Catedral de Helsinki.

En la blanca estructura destaca una gran cúpula verde, rodeada por otras cuatro de menor altitud. Otra peculiaridad arquitectónica es la cripta que fue remodelada en los años ochenta por dos arquitectos locales.

La Catedral de Helsinki con sus domos verdes sobresale en el horizonte de Helsinki dando la bienvenida al viajero que entra a la ciudad por el puerto.

Nos recuerda que estamos llegando a una ciudad donde se hace alarde de la tradicional innovación hasta en su edificio más representativo de impoluta majestuosidad y contención ornamental.

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