La Catedral de San Pablo, arquitectura barroca londinense que no tiene nada que envidiar a Westminster.
La Catedral de San Pablo, al igual que muchas de las edificaciones míticas de Londres, tiene su origen en el Gran Incendio de 1666. Aunque desde su nacimiento compite en protagonismo con la Abadía de Westminster, entre sus naves se encuentran aspectos únicos, en lo que a arquitectura y arte se refiere.
Si en la Abadía es el estilo gótico el reinante, en la Catedral de San Pablo encontramos el barroco. Se construyó durante los años 1676 y 1710, por lo que teniendo en cuenta las dimensiones del templo y lo que suelen durar las obras de este tipo de recintos, 30 años no suponen nada.
Se levanta en el mismo lugar en donde se encontraba la antigua catedral medieval que estaba hecha de madera y que desapareció entre las llamas del incendio que devoró una gran parte de la ciudad en siglo XVII.
El arquitecto encargado del diseño del nuevo templo, fue el afamado inglés Christopher Wren, que consiguió que participasen en la reconstrucción otras personalidades destacadas de diferentes ámbitos del arte, cuya aportación ha quedado plasmada en los frescos de la cúpula, las tallas del coro o en la construcción del órgano. Junto a esto, la Catedral de San Pablo sigue alimentándose del arte actual y cada cierto tiempo se van incluyendo nuevas obras de artistas de hoy en día.
La cúpula ocupa el segundo puesto en lo que a dimensiones del diámetro se refiere, quedando por detrás de la del Vaticano. Además es posible contemplar sus pinturas desde cerca, accediendo a través de una escalera e incluso salir al exterior y contemplar el paisaje inglés desde las alturas.
Si la Abadía de Westminster constituye un icono de belleza a base de la grandiosidad y de la sobredosis de elementos decorativos, la Catedral de San Pablo es el claro ejemplo de cómo es posible ser elegante con unas formas más depuradas y equilibradas.
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