Entre el mar mediterráneo y la montaña se encuentran atrapados cinco pequeños pueblos de la Liguria, región del norte de Italia.
Entre el mar mediterráneo y la montaña se encuentran atrapados cinco pequeños pueblos de la Liguria, región del norte de Italia. Dante en la Divina Comedia comparó su áspero paisaje con los acantilados del Purgatorio. Llegar hasta ellos en tren es una tarea que requiere paciencia pero que atrae a miles de turistas al año.
Cinque Terre (“cinco tierras” en italiano) nace en un terreno muy accidentado que se ha ido moldeando por la acción del hombre con el paso de los años para su aprovechamiento agrícola, constituyendo uno de los paisajes más característicos y fascinantes de Italia. En la actualidad la base de la economía de estas minúsculas poblaciones costeras es principalmente el turismo. El gobierno italiano, ante la llegada masiva de visitantes, instauró en 1999 el ‘Parque Nacional de Cinque Terre’ para proteger la riqueza natural del área. La UNESCO también reconoció el valor natural de la zona y desde 1997 forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
Hay evidencias de que el hombre habita en estos terrenos de difícil acceso desde el Paleolítico. Las crónicas militares romanas también hablan de las tribus que poblaban la costa de Cinque Terre, obstaculizando en gran medida la romanización de la región. Fue en la época medieval cuando se edificaron los pueblos con su estructura actual y se produjo un importante fenómeno migratorio hacia el litoral. Esa recién llegada población encontró en el mar el medio más cómodo para desplazarse, entrando en conflicto con las embarcaciones procedentes de Pisa y Génova. Desde la formación de la República Italiana los enfrentamientos han cesado al incorporarse a la región gobernada por Génova.
Los cinco pueblos que componen Cinque Terre son Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore. Cada una de estas localidades presume de tener una identidad propia que les hace merecedoras de una parada en el recorrido de la zona. Estos trayectos escalonados son facilitados por los medios de transportes internos. Un tren conecta cada menos de diez minutos los cinco pueblos y un barco ofrece un viaje cíclico desde el primero hasta el último. Navegar bordeando la costa de Cinque Terre es como se obtiene la mejor panorámica de las “cinco tierras” con sus singulares casas de colores erigidas en el montañoso terreno, que contrastan con el azul del mar y parecen desafiar las leyes de la gravedad.
Monterosso es el pueblo más occidental y poblado, además cuenta con el mayor número de alojamientos y servicios turísticos. Vernazza es el único que tiene un verdadero puerto de pesca. Corniglia es el más alto de los cinco y en Manarola se pueden explorar las cuevas de su zona costera. Para terminar, Riomaggiore es el situado más al sur en el valle del río Maggiore. La distancia entre algunos de ellos es tan escasa que otra opción para desplazarse es caminar, para ello hay algunos senderos habilitados con este fin como la via dell’Amore o el Sentiero Azzurro.
Las inundaciones de otoño del 2011 pusieron a prueba las desafiantes construcciones de Cinque Terre y los pueblos sufrieron graves daños en sus estructuras y numerosos desplomes de viviendas. Pero los habitantes de Cinque Terre son gente tan recia como el terreno que habitan y han conseguido en este último año recomponer sus casas y reconstruir muchos de los desperfectos. Así continúan desde tiempos antiguos encarando al mar y domesticando la montaña para preservar su estrecha y valiosa porción de tierra.
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