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Fines, Almería, 1977. Pudo entrar en política y no quiso, ha impulsado dos empresas de base tecnológica, ha sido consultor de empresas y ha dirigido una fundación universitaria. Ninguna de esas actividades calmaba sus anhelos, ahora ejerce de profeso

¿Qué son los tejados de la libertad? ¿Qué intentas transmitir? Los tejados de la libertad es la forma que tuve que rebelarme, de alzar la voz, podía haber escrito un artículo en la prensa o en cualquier revista especializada, pero quise lanzar un mensaje a través de la música, porque es mucho más bonito y porque llegaría a más gente. La composición de la canción salió del tirón, porque uno que es adicto a la prensa diaria y cansado de leer y escuchar en radio y televisión las mismas noticias de fraude, mentiras y corrupción política, llegó un momento en que no podía más y necesitaba escupir toda la indignación que sentía dentro, en este caso a través de una canción, que derivó después en un vídeo y un blog en el cual publico mis inquietudes, que además son compartidas por otras personas. ¿Qué esperas conseguir? Dicen que hay más indignados en casa que en la calle, y es verdad, yo soy un indignado más que ha salido del armario. Esta indignación cada cual la materializa a su manera, tengo una amiga inglesa que me dice que en España las personas se quejan continuamente pero nadie hace nada, lleva razón, aquí se habla mucho del gobierno pero eso no significa absolutamente nada si la ciudadanía no se implica y planta cara ante las injusticias. Estoy convencido de que es necesario un cambio del sistema y los tejados de la libertad, es una pequeña aportación, un grano de arena para presionar y propiciar ese cambio. ¿Crees que los políticos tienen miedo a Internet? Actualmente estamos en una sociedad hiperconectada donde las redes sociales se han convertido en los sistemas de organización colectiva más eficaces, un ejemplo lo hemos visto en las movilizaciones del norte de África, los países de oriente medio o los manifestaciones del 15M. Gracias a la red, los ciudadanos podemos exigir y denunciar de forma colectiva posibles injusticias de una manera organizada y coordinada en lugar de hacerlo en la barra del bar, y esta ventaja deberíamos aprovecharla. Habla de un cambio del sistema, ¿de verdad lo cree posible? Hay que forzar ese cambio, y eso es posible recuperando la participación de la ciudadanía en la vida pública, hubo un momento, en plena crisis salpicada con noticias diarias de corrupción política y donde nadie decía nada, parecía que la sociedad estaba anestesiada y resignada, afortunadamente esa indeterminación del ánimo derivó en un movimiento social que además de llenar las calles y las plazas, hizo algo más importante, devolver la fe a las personas de que su opinión también cuenta, de que no hay que conformarse y que los de abajo también tienen derecho a decidir, yo creo que eso debe de ser el principio de algo.